Sobreaviso / En el filo de la navaja

AutorRené Delgado

El año concluye mañana y es un alivio. Sin embargo y en estricto rigor, este año no empezó ni terminará en las marcas de su calendario. Empezó antes y terminará después. Los problemas que cifraron su curso no están resueltos. Como quiera, es un alivio dejar caer la hoja del calendario.

A lo largo del 2006, el país transitó más de una vez por el filo de la navaja y, por momentos, estuvo a punto de resbalar. Se arrostraron peligros mayores y, si bien no desembocaron en lo peor, no pueden darse por conjurados. Si, en verdad, se quiere consolidar la democracia, fortalecer el Estado de derecho e impulsar el desarrollo, es menester reconocer este año.

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El desafío del crimen organizado, la descomposición del régimen político y la polarización político-social del país, fenómenos vistos con desdén, indiferencia y alentados con perversidad desde la misma Presidencia de la República que encabezó Vicente Fox, colocaron al país en el filo de la navaja.

Esos tres problemas se arrastran desde hace ya bastante tiempo, no están resueltos y, por más que se reclaman, faltan los acuerdos y los compromisos políticos necesarios para encararlos y darle perspectiva al país. La instalación del nuevo gobierno hace pensar en mejores tiempos. Pero sin esos acuerdos y compromisos, cualquier incidente puede desvanecer la nueva esperanza y colocar de nuevo al país en el filo de la navaja.

La responsabilidad del gobierno en el impulso para alcanzar esos acuerdos y compromisos es indudable, pero éstos no dependen sólo de su actuación. Involucra al conjunto de los actores políticos y los factores de poder que, en estos días, dejan ver un ejercicio del poder no sólo abusivo sino desprovisto de todo escrúpulo y sin respeto algunos por las más mínimas normas de urbanidad política. El problema no sólo es de leyes, también tiene mucho que ver con la cultura, la conducta y la actitud políticas.

Imaginar que el 2006 pudiera prolongarse demasiado sería una pésima noticia porque su prolongación se traduciría en el reblandecimiento de las instituciones que de por sí resultaron dañadas.

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El desafío del crimen organizado exige no sólo decisiones y acciones de índole policial desplegadas por el gobierno; exige un respaldo político y social.

La reseña en detalle de las ejecuciones y decapitaciones vistas a lo largo de este año provoca escalofríos, no sólo por la violencia supuesta, sino por la saña y la tortura con que se practican, dejando ver un absoluto desprecio por la vida. El...

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