TOLVANERA / Despedida

AutorRoberto Zamarripa

Obnubilación, desconcierto, destilación de miedo; zozobra y falta de recursos. El gobierno no transmite tranquilidad; guiña ojos diciendo que con pragmatismo puro y negociación domará a la fiera y se aferra a dogmas sin alternativas.

Quizás haya que acudir a la reflexión de despedida del presidente Barack Obama, dicha en la Fundación Stavros Niarchos de Atenas durante su última gira por Europa, para tener algunas claves de la aceptación del cambio de época.

"El niño más pobre de cualquiera de nuestros países ahora tiene un sentido de lo que otros tienen y de lo que ellos carecen. Así que no sólo hay una creciente desigualdad, sino también una mayor conciencia de la desigualdad. Y esa es una mezcla volátil para nuestras democracias", expresó ante un público fundamentalmente joven en la convulsionada Grecia gobernada por un premier formado en las manifestaciones antiglobalizadoras y de formación marxista.

Anclarse en el dogma de una defensa irredenta del TLC sin mirar las circunstancias internas, los descontentos y erosiones sociales, no supone una posición de fuerza ni menos un éxito en futuras negociaciones. El gobierno carece de consenso interno y justamente su errática conducta ante Donald Trump lo coloca en una situación vulnerable.

La elección de Trump es algo más que un cambio de gobierno y algo más que el entronizamiento de un personaje peligroso y hostil.

En una aparente explicación de la derrota demócrata, Barack Obama largó en su última gira por Europa, un discurso de legado y de conflicto; de autocrítica y perspectiva.

"Cuando vemos a la gente -élites globales, corporaciones ricas- viviendo con sus reglas, donde evaden impuestos y manipulan lagunas jurídicas y cuando los ricos y los poderosos juegan con el sistema y acumulan una gran riqueza mientras que las familias de clases medias y los trabajadores luchan por sobrevivir, esto alimenta un profundo sentimiento de injusticia y un sentimiento de que nuestras economías son cada vez más injustas", explicó Obama.

Obama no es un radical izquierdista. Apunta hacia el límite y hacia el cambio de época. Los malestares electorales por la globalización y el libre comercio obligan a nuevos entendimientos.

"Y la reacción puede frenar el...

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