'Hay que tratar de seguir vivo hasta el final'

AutorRoberto Zamarripa

FOTOS: ENRIQUE ORTIZ

Alos 77 años de edad, con 18 novelas escritas, nueve obras de teatro y una veintena de libros de no ficción, Mario Vargas Llosa simplemente quiere seguir escribiendo.

Así quiere enfrentar el ciclo de la vida en los albores de su octava década. Sus contemporáneos comienzan a ausentarse. Carlos Fuentes es uno; Gabriel García Márquez no está activo.

-¿Se siente solo?

-Bueno, siento que la edad está pasando -dice con una sonrisa que dura apenas un segundo.

Luego endurece de nuevo el rostro y remata: -eso tiene un precio, y eso hay que enfrentarlo también con coraje.

A lo largo de una conversación de media hora, Mario Vargas Llosa responde sin reparos, con elocuencia, mirando de frente.

Sin embargo, en este tema súbitamente baja la vista y habla.

-Lo que ocurre que hay personas como las que dice (Fuentes, García Márquez) que han dejado una huella; que de cierta forma siguen vivas mientras haya lectores que lean sus obras, que se sientan enriquecidos por sus obras. Por otra parte, la vida es eso, un ciclo. Hay que aceptarlo; hay que vivir cada etapa de ese ciclo con serenidad y tratando de sacar de la mejor manera el mayor provecho posible.

Vargas Llosa tiene más premios que novelas, más distinciones que cuentos, acumulados en seis décadas. A los 30 años de edad ganó el Premio Rómulo Gallegos; veinte años después, el Príncipe de Asturias; en 1994, el Premio Cervantes y, desde siempre, era candidateado para el Nobel de Literatura, que, por fin, obtuvo en 2010.

Entonces leyó un emotivo discurso titulado "Elogio de la lectura y la ficción", en el que hizo un trazo autobiográfico.

"Mi madre me contó que las primeras cosas que escribí fueron continuaciones de las historias que leía pues me apenaba que se terminaran o quería enmendarles el final. Y acaso sea eso lo que me he pasado la vida haciendo sin saberlo: prolongando en el tiempo, mientras crecía, maduraba y envejecía, las historias que llenaron mi infancia de exaltación y de aventuras", dijo en Estocolmo al recibir el Nobel.

Sigue escribiendo historias. Y quizás también sigue enmendando sus propias páginas de vida.

"Sin las ficciones seríamos menos conscientes de la importancia de la libertad para que la vida sea vivible y del infierno en que se convierte cuando es conculcada por un tirano, una ideología o una religión", expresó hace tres años.

Periodista (desde 1977 mantiene su columna Piedra de Toque), actor (ha participado en varias puestas en escena), político (fue candidato a la Presidencia en su natal Perú en 1990), el escritor peruano va y viene. Toca base en París, en Madrid, en Lima. Claro, no es el mismo.

Camina más lento. Habla con más pausa.

Pide más agua.

Mira el ciclo con serenidad, quizás con terquedad.

No quiere, dice, morirse en vida sino manteniéndose vivo hasta el final.

-No hay espectáculo más triste que el de esos hombres o esas mujeres que de pronto bajan los brazos, se rinden y empiezan a esperar la muerte. Ésa es ya una manera de morirse. Hay que tratar de seguir vivo hasta el final -explica.

El héroe...

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