Los últimos días de Hidalgo

AutorLorenzo Armendáriz

Cada mes de septiembre se celebran las fiestas patrias que recuerdan el inicio de nuestra Independencia, así como la ruta victoriosa que siguió el cura Miguel Hidalgo y Costilla desde la parroquia de Dolores hasta la toma de Guanajuato. Sin embargo, pocas veces recordamos cuál fue el destino final de nuestros precursores de la libertad. Por ello, en esta ocasión trataremos de recrear los últimos pasos de estos héroes que regaron con su sangre el camino de la libertad.

Con la llegada del año de 1811 terminó la buena fortuna de los insurgentes, pues la Batalla del Puente de Calderón marcó el declive de los primeros caudillos de la Independencia. Ignacio Allende relevó en el mando a Hidalgo. Con la intención de reorganizar su ejército y conseguir armas y pertrechos en los Estados Unidos, los insurgentes se dirigieron hacia el norte del país. Fue una penosa marcha a través del Altiplano Potosino para llegar a Saltillo.

En ese tiempo, la capital del territorio no se encontraba en Saltillo, sino en Monclova, donde los simpatizantes realistas aprovecharon las libertades que se daban en el momento para organizar un plan contrainsurgente. Este plan consistía en recuperar primeramente la guarnición de la capital, así como convencer a Ignacio Allende de tomar el camino de Monclova y no el de Nuevo Laredo en su viaje a Estados Unidos. Allende aceptó la propuesta y abandonó la ciudad de Saltillo para dirigirse a Monclova. Inmediatamente los conspiradores ejecutaron la otra parte del plan. La primera jornada la realizaron hasta la Hacienda de Santa María, en donde el cura Hidalgo ofició su última misa.

En el día 21 de la jornada, Hidalgo fue hecho prisionero y un total de 893 insurgentes, incluyendo a los principales caudillos, cayeron en manos de un ejército muy inferior a ellos, pero que contó con la sorpresa y la traición.

Al día siguiente los prisioneros fueron conducidos a Monclova, y al entrar a la ciudad, los principales jefes insurgentes fueron amarrados a un nogal mientras les forjaban los grilletes para esposarlos. Ahí permanecieron por cuatro días, pero aunque el resto del ejército insurgente que no había sido capturado se encontraba desorganizado, los realistas temían un ataque con la intención de liberar a los caudillos. Por esa razón, los prisioneros fueron enviados a Chihuahua en donde finalmente fueron ejecutados. Sólo Ignacio Aldama y cerca de 300 insurgentes, fueron fusilados en Monclova.

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