Vértigo que cautiva

AutorLuis Méndez

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LIVINGSTONE, Zambia.- Existen pocos países que permiten al viajero zambullirse a fondo en la naturaleza sin tener que tomar demasiadas precauciones.

Zambia es uno de ellos y su disponibilidad para poner al turista en contacto con el entorno se confirma en el área de las Cataratas Victoria, donde rompe a lo grande el río Zambeze para generar uno de los espectáculos acuáticos más fascinantes del planeta.

Sólo hay que llegar en lancha a la isla de Livingstone y desde allí caminar hasta el borde de las cataratas, que se encuentra despejado, sin vallas de contención entre el visitante y la impactante caída fluvial.

Salvo la presencia del guía, que impide a los más osados acercarse a menos de 50 centímetros del abismo en el que revienta, 80 metros más abajo, el imponente río africano, no hay más acompañamiento ni barreras para los que deciden asomarse al acantilado y poner a prueba su vértigo a escaso medio metro del atronador sumidero.

Hay varias maneras de disfrutar de las cataratas que se extienden por una brecha de casi dos kilómetros de largo y que en su mejor época de lluvias forman una nube de vapor en suspensión que se divisa desde un kilómetro a la redonda. La estampa más estremecedora es la que se experimenta desde el islote de Livingstone, ubicado en el tramo final del río y desde la que se ve el torrente a una distancia de infarto. Para ello hay que embarcar en una lancha que zarpa desde el hotel Royal Livingstone, que también adopta el apellido del explorador británico que descubrió en el siglo 19 las cataratas Victoria y que se halla omnipresente en Zambia.

La lancha cubre la travesía hasta el islote en apenas 10 minutos. Los amantes del riesgo, además de contemplar la caída en picada del Zambeze, pueden darse un adrenalínico chapuzón en la llamada Alberca del Diablo.

Se trata de una pequeña poza de aguas tranquilas situada al filo de las cataratas y a la que se llega con unas cuantas brazadas desde la isla Livingstone, con la ayuda de los experimentados guías africanos.

La peculiar alberca que desafía todas las alturas imaginables es accesible en época de sequía, de mayo a septiembre, cuando el Zambeze desemboca con su caudal mermado y permite que se genere este remanso al que sólo un precario muro de roca natural separa del abismo.

Apenas hay 100 metros desde la Isla Livingstone hasta la poza del Diablo.

Pero es necesario nadar contracorriente durante unos 20 metros para vadear el río, no tanto por la profundidad de las...

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