Violencia sagrada

AutorLeón R. Zahar

El 12 de septiembre el Papa Benedicto XVI presentó en la Universidad de Regensburg un texto titulado Fe, razón y la universidad: Memorias y reflexiones. El contexto es importante, pues estaba rememorando sus años como profesor de teología en dicha universidad. El Pontífice define la teología como la investigación de la racionalidad de la fe. De ahí parte para elogiar el hecho de que la universidad, como institución, aún en esta era de escepticismo, esté abierta a la teología para reflexionar sobre Dios a través de la razón. La secuencia de pensamiento del Papa lo lleva entonces a exaltar la actitud histórica del cristianismo ante la razón, como parte de su herencia filosófica griega y romana: "La íntima conjunción entre la fe bíblica y la filosofía inquisitiva griega fue un evento decisivo desde el punto de vista de la historia de las religiones pero también de la historia mundial... Esta convergencia creó Europa y sigue siendo el fundamento de lo que hoy justamente puede llamarse Europa".

El Papa está reivindicando no sólo la apertura de la fe cristiana a la razón y por ende a la modernidad sino que está reivindicando el elemento cristiano como aportación esencial a la identidad de Europa, algo que el reciente proyecto de Constitución europeo trató de negar y pagó las consecuencias con su fracaso.

Sin embargo, la argumentación del Pontífice no termina ahí sino que pasa revista al tema de la relación entre el Islam y la razón. Cita, no de manera casual sino de forma elogiosa, a uno de los últimos emperadores bizantinos, Manuel II. Dicho emperador, heredero de la "tradición griega" intentó un diálogo con el Islam, su interlocutor es algún teólogo musulmán no identificado.

El diálogo, que aconteció en 1391, quedó registrado. El punto central de la conversación, en el contexto del siglo 14 y de los constantes ataques de fuerzas musulmanas contra la capital bizantina, Constantinopla, era la guerra santa.

La cita clave para el Papa es cuando el emperador señala que la religión no puede imponerse por la fuerza y que la violencia no puede desplazar a la razón. El emperador dice: "Quien quiera guiar a otro a la fe requiere de la habilidad de hablar y razonar con propiedad, sin violencia y sin amenazas... o de ningún otro medio de amenazar con la muerte".

En efecto, el propio Corán reconoce que la religión no puede ser forzada. En ese sentido, el emperador y el Papa Benedicto, seis siglos después, coinciden en expresar la queja de que el Islam...

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