¡Ah, qué regalitos!

AutorLuis Vilchis

Los árboles de Navidad parecen sostenerse en su base por decenas de cajas de diferentes tamaños, adornadas con moños y papeles multicolores, en espera del intercambio.

Y claro, la mayoría de las personas resulta gratamente sorprendida por haber recibido el mejor regalo de sus vidas, o tal vez el más costoso, aunque a veces, hasta sea cursi.

Por su parte, el peor regalo y el más inútil también provocan sorpresa, el problema es que en sentido contrario al efecto de gratitud buscado.

Ahora, aquellos que siempre reciben los mismos presentes estarán tranquilos porque no habrá sorpresas desagradables y, al menos, acrecentarán sus colecciones de bufandas, suéteres y calcetines.

Y sí, es frustrante no recibir esos regalos que verdaderamente deseamos, pero al no comunicar correctamente nuestros gustos, corremos ese riesgo.

Ojalá esta Navidad, esos regalos perfectos se encuentren bajo su árbol. Aquí las anécdotas de algunos.

El más costoso

Mi padre es arquitecto, y desde pequeño me transmitió su gusto por el diseño. Con el paso del tiempo, me interesó estudiar la misma carrera y cuando terminé, me invitó a proyectar un edificio habitacional.

Durante la última etapa de la obra, se presentó un problema económico, y mi padre tuvo que vender sus propiedades para finalizar la construcción. Mientras la tormenta pasaba, nos fuimos a vivir con mis abuelos, y después de varios meses, también se vendieron todos los departamentos de ese inmueble.

Ese mismo año, en la cena de Navidad, mi padre nos dijo: "Estoy muy orgulloso porque la tempestad no hundió nuestra barca ni perdimos a nadie en el naufragio".

Después, sacó una caja con tres juegos de llaves, y le dio uno a mis abuelos, otro para mi hermano y el último me lo entregó a mí. Con desconcierto, recibimos su obsequio: nada menos que tres departamentos de aquel bloque de vivienda.

Ahora todos vivimos en el mismo edificio, y cada quien disfruta de su propio espacio, pero lo mejor es que puedo sentir la cercanía de las personas que más quiero, y ese regalo no tiene precio.

Guillermo Pereg, arquitecto, 30 años

El inútil

El año pasado, en mi escritorio dejaron una caja plateada, como soy una persona poco curiosa, antes de abrirla pregunté: "¿Esto qué es?", la respuesta fue: "Pues nada, un regalo". Entonces, precavida, abrí lentamente la caja, no fuera a ser una broma.

Dentro de ella, había una "maravillosa" replica de un bote de pintura, pero no normal, ¡nooo señor! En una pantalla aparecen temperatura, día y...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR