Froylán M. López Narváez / Sevicia mexicana

AutorFroylán M. López Narváez

Osea la crueldad extrema que acaece en México. La visión y lectura de los brutales asesinatos perpetrados recientemente en Cuernavaca espeluzan y provocan repudios, miedos, reclamaciones y cóleras. Analistas escrupulosos y prudentes ponderan cifras y regiones, y los encargados oficiales de la seguridad pública ofrecen datos, logran aprehensiones, encarcelamientos, piden cuidados.

El lunes el equipo de redacción de este diario ofreció informes para la consideración de las atrocidades y pujanzas de fuerzas delictivas en Nuevo León: 61 servidores públicos municipales asesinados (ejecutados), 14 atentados, 18 plagios y 12 renuncias en la administración flamante del gobernador Rodrigo Medina, recientemente -menos de un año- ascendido a el ex trono gubernamental. Abundan fugitivos familiares de esos empleados. En su socorro, fuerzas federales, que tampoco impiden el incremento anual de la victimación de los capos y sus secuaces.

Un alcalde más, éste de Santiago, fue muerto con disparos mortales de necesidad. En el estado de México los secuestros también son crímenes de cada día. Se achacan a los criminales de organizaciones ya añejadas, el Cártel del Pacífico Sur, los Beltrán Leyva y los Zetas, la Familia Michoacana y los sicarios de Édgar Valdés Villarreal, La Barbie, quienes asuelan Morelos a causa de sus disputas. Se contabilizan 200 victimados en este año. El acoso y damnificación se difunde con extorsiones, intimidaciones, quema de casas y negocios, a partir de diciembre del año pasado, réplica estúpida e iracunda a partir de la confusa muerte de Arturo Beltrán Leyva, El Barbas.

Y así, en pláticas de ocasión o deliberadas, muchos ciudadanos andan como loquitos y cuerditos buscando explicaciones y soluciones, posibles y verosímiles algunas, para no entrar del todo en desesperaciones y enclaustramientos domésticos u oficinescos. Ayer, en Es la hora de opinar se vio que también sensatos señores están perplejos, como uno.

Se pregunta y califica la insania y la cura de los delincuentes. Se alude a una supuesta siquiatría social, a la posibilidad de contener y transformar a los homicidas, extorsionadores y secuestradores. Psicoanalistas, psiquiatras y criminólogos ofrecen difusa, mediológicamente, en "cápsulas", en conversaciones, su supuesto afán de ilustrar, informar, encauzar ideas y prácticas. El hecho es que las nociones de estas personas, investigadores o clínicos no...

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