Zyanya Mariana / Palabras que despedazan

AutorZyanya Mariana

Antiguamente las palabras eran poderosas. Al decirlas se invocaban cosas o se conjuraban males. Dar la palabra implicaba honor y ejercerla, poder. En Tenochtitlan el que hablaba era el Tlatoani y su palabra unía mundos y fundaba estados. Los políticos de hoy no tienen palabra pero les temen como antaño. Intuyen que los dimes y diretes merman, por eso intentan silenciar al escritor o periodista que con palabras sitia fortalezas gangrenadas. No es casual que el empresario Kamel Nacif en una de sus conversaciones grabadas afirmara: "Con una pluma te despedazan". Sin embargo, tampoco es casual que la denuncia de Lydia Cacho en contra de una red de pederastas y pedófilos, ligados al poder, haya revelado torpeza y oscurantismo de la clase política mexicana. Publicadas, grabadas o dichas, las palabras desnudan realidades, peor aún, han manifestado la incapacidad del Estado para responder a un pacto social incluyente.

Más allá de la polvareda política preelectoral, las declaraciones recientes de nuestros servidores públicos develan mucha miopía. Pienso en lo dicho por el presidente nacional del Partido Revolucionario Institucional (PRI), Mariano Palacios Alcocer: "más escándalo que el caso del gobernador de Puebla, Mario Marín, son los presuntos negocios de los hijos de Marta Sahagún...". Tiene razón al escandalizarse de repentinos enriquecimientos y uso de influencias, llámense Bribiescas, Montiel u otros, pero olvida un hecho medular, el caso Succar-Nacif-Marín implica más que enriquecimiento impune. Se sabe que las deudas contraídas por Nacif fueron absorbidas por el Fobaproa (es decir, pagadas por los contribuyentes); que al "rey de la mezclilla" se le atribuyen violaciones laborales en las maquilas de Tehuacán, Puebla donde, dicho sea de paso, se están acabando el agua; que se violaron las garantías individuales de la periodista Lydia Cacho, que según su propio relato (confirmado por las grabaciones), deseaban torturar psicológica y físicamente y, para rematar la lista de infamias, se supo que el prominente hombre de negocios sobornó al poder con "bellísimas botellas de coñac". Esta enumeración alertaría al más cándido de los ciudadanos mientras nuestros representantes minimizan el hecho. Error "lo que pasa en la cama pasa en la plaza", sabían los romanos y les convendría escuchar la vox populi o ciertos locutores que días atrás objetaran la existencia de "bellísimas botellas de coñac" (a sabiendas que un símbolo del coñac añejado entre 12 y...

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