¿Dónde está O'Donojú?

AutorSilvia Isabel Gámez

El mundo ya era un pañuelo en 1809, cuando el guerrillero Xavier Mina rescató de una cárcel de Navarra a quien sería el último virrey de la Nueva España, Juan O'Donojú.

El destino volvería a reunirlos el 17 de septiembre de 1823, cuando los restos de los héroes de la Independencia, entre los que figuraba el español, fueron depositados en la cripta del Altar de los Reyes de la Catedral Metropolitana, justo en el lugar donde había sido sepultado con grandes honores el general de origen irlandés el 10 de octubre de 1821.

"Yo estoy cierto de que los restos de O'Donojú siguen en el Altar de los Reyes", aseguró en enero José Manuel Villalpando, director del INEHRM. "Por ahí los han de haber botado".

Durante años, los historiadores pensaron que, en la oscura humedad de la cripta, los restos del virrey habían terminado mezclándose con los huesos de los héroes, entre las tablas podridas y la tierra del lugar.

"Es muy posible que (...) sus despojos hayan reposado durante muchos años con los mártires de la Patria", señalaba un artículo de El Universal del 27 de julio de 1895. Tras bajar a la cripta, el reportero aseguraba que no se podía tener la certeza de que los restos extraídos del Altar de los Reyes para ser trasladados a la Capilla de San José eran todos de los héroes.

Más de un siglo después, tras concluir su análisis en 2010, los especialistas del INAH afirmaron que los restos pertenecían únicamente a 14 héroes insurgentes. Pero no era del todo cierto. Entre los huesos, hallaron uno de venado, otros más pequeños de un infante, y varios más que no pudieron identificar. Ni rastro del virrey, dijeron.

Entonces, ¿dónde está O'Donojú?

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No está en la antigua cripta. Convertida hoy en un rectángulo luminoso situado bajo el retablo concluido por Gerónimo de Balbás en 1737, su interior sólo guarda los restos del Presidente Miguel Barragán, sepultado 15 años después que O'Donojú, en 1836.

En agosto de 1953, las obras arquitectónicas que tuvieron lugar en el altar obligaron a exhumar los restos de Barragán, que fue nuevamente inhumado al año siguiente.

Nuevamente, ni rastro del Jefe Político Superior de la Nueva

España, que decidió firmar con Agustín de Iturbide los Tratados de Córdoba tras descubrir, a su arribo a San Juan de Ulúa en julio de 1821, sin recursos ni tropas, apenas con un séquito de un coronel y 17 oficiales, que casi todo el reino estaba sublevado en favor de la independencia.

En el México decimonónico, su actitud conciliadora lo...

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