Autodeterminación y petróleo

AutorLorenzo Meyer

Al cambiar sus documentos básicos en el sentido demandado por el gobierno de Enrique Peña, el PRI ha dado un paso más en su alejamiento del legado cardenista. (Ese partido ya ha dado tantos pasos, y desde hace tanto tiempo, para distanciarse del único presidente progresista que ha surgido de sus filas, que uno más casi no se nota.) Lo realmente importante es saber si la sociedad mexicana también ha optado por marchar en esa misma dirección. De ser el caso, el error adquiriría dimensiones históricas.

La política petrolera del presidente Lázaro Cárdenas (1934-1940) hace 75 años culminó en la lógica, aunque no por ello menos sorpresiva, expropiación de las empresas extranjeras que habían dominado la explotación del crudo mexicano desde sus inicios, al despuntar el siglo XX, hasta marzo de 1938. Lo anterior también reafirmó la nacionalización de todos los hidrocarburos, política que se había puesto en duda en el caso de los terrenos adquiridos por particulares antes de que entrara en vigor la Constitución de 1917, según los términos de los Acuerdos de Bucareli de 1923 y de las modificaciones del 3 de enero de 1928 a la ley petrolera de 1925.

El conflicto inicial entre el régimen posporfirista y las empresas extranjeras se centró en determinar si un país periférico, en ejercicio de su soberanía nominal, podía modificar la naturaleza de los derechos de los propietarios de la superficie sobre los depósitos de hidrocarburos en el subsuelo.

En 1933 el PRI de entonces, el PNR, aprobó como plataforma electoral y programa de gobierno para el sexenio 1934-1940 el primer Plan Sexenal. Ahí campeó un espíritu nacionalista acerca de los recursos minerales. Por otro lado, el plan alentaba la organización de los trabajadores. Una vez que, en 1935, Cárdenas decidió desembarazarse de la tutela y del conservadurismo de Calles, combinó ambos elementos de su programa de gobierno: nacionalismo y obrerismo, para replantear el tema petrolero. Ya no se insistiría en discutir con las empresas la naturaleza de sus derechos de propiedad a la luz del artículo 27 constitucional, sino que se abrió un frente nuevo, el sindical...

El general Cárdenas apoyó la idea de agrupar a la multitud de pequeños sindicatos que existían en cada empresa petrolera en uno solo. Hubo resistencia, pues los dirigentes sindicales preferían ser cabeza de ratón que cola de león, pero al final, en 1935, nació el que hoy es el Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana, que no tardó en plantear a los empleadores la firma de un contrato colectivo de trabajo (CCT). Las empresas rechazaron los términos y en 1937 estalló la huelga en una industria que podía paralizar a la parte moderna del país; el gobierno intervino y finalmente el conflicto se planteó ante las autoridades del trabajo.

El escollo principal resultó ser no tanto el aumento en sueldos y prestaciones como la demanda de sindicalizar al grueso de los trabajadores de confianza, pues eso le daría al sindicato, y por ese conducto al gobierno...

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