20 años sin Ruta 100

AutorErnesto Núñez

Cuando el regente de la Ciudad, Oscar Espinosa Villarreal, recibió el informe que le entregó el administrador de Ruta 100, Julio Scherer Ibarra, no daba crédito a lo que leía: la empresa de transporte que absorbía el 8 por ciento del presupuesto del Distrito Federal era todo, menos un organismo público.

Era enero de 1995. Espinosa Villarreal acababa de llegar a la Jefatura el DDF de la mano de Ernesto Zedillo, quien relevó en la Presidencia a Carlos Salinas de Gortari el 1 de diciembre de 1994. El nuevo gobierno trataba de tomar las riendas de un país impactado económicamente por el "error de diciembre", agitado en lo social tras el levantamiento zapatista y atravesado por la crisis política que caracterizó el final del salinismo.

En ese contexto, Ruta 100 era una bomba de tiempo que muy pronto podría provocar una crisis financiera y política en la capital del país.

Con un parque vehicular de 4 mil autobuses, Ruta 100 diariamente ponía en circulación 2 mil 800 unidades; otras mil 200 estaban permanentemente en reparación o destinadas a comisiones especiales ordenadas por el Sindicato Único de Trabajadores de Ruta 100 (Sutaur 100). La empresa operaba en 207 derroteros, cubría las 16 delegaciones del DF y 13 municipios del Estado de México.

Tenía un sindicato de 12 mil 98 choferes, mecánicos y operadores en general, y mil 600 empleados administrativos.

Su presupuesto para el ejercicio 1995 ascendía a mil 284 millones de pesos, de los que el 71 por ciento era subsidiado por el DDF. Los ingresos de la empresa, vía la tarifa (unos 350 millones de pesos), no alcanzaban a cubrir ni el 30 por ciento de los costos de operación.

El organismo era financieramente inviable y enfrentaba múltiples denuncias de desfalcos cometidos por funcionarios y líderes sindicales. En el informe se reportaban desde la "ordeña" de las alcancías en las que los viajeros depositaban los 40 centavos de tarifa; el robo hormiga de herramientas, lubricantes, partes de motor y otros bienes de la empresa, hasta el uso de recursos para adquirir y mantener bienes inmuebles del Sutaur 100: locales sindicales, deportivos e instalaciones recreativas afuera de la Ciudad.

Creada en 1981, Ruta 100 llegó a operar en sus momentos de esplendor con 50 módulos y 7 mil autobuses que cubrían el 80 por ciento del servicio de transporte. Pero sufrió un declive a partir de 1989, cuando el entonces regente del DDF, Manuel Camacho Solís, redujo el organismo tras una huelga del Sutaur 100. Esa medida coincidió con el inicio del boom del microbús, fomentado por Camacho como política de empleo y de control político (los microbuseros llegaron a ser un sector importante en el PRI capitalino).

A pesar de que Carlos Salinas de Gortari le dio un último respiro a Ruta 100, entregando mil autobuses en una ceremonia llevada a cabo en Los Pinos en 1993, el parque vehicular se fue deteriorando.

Para 1995, la participación de Ruta 100 en el servicio de transporte ya era mínima respecto al transporte concesionado (10 por ciento de los viajes, contra el 53 por ciento cubierto por microbuses y combis).

Todo eso se explicaba en un informe que Scherer Ibarra elaboró en 30 días, los mismos que permaneció en el cargo. Cuando lo entregó a Espinosa Villarreal, lo acompañó de su renuncia irrevocable.

Un factor adicional llamó la atención del regente, y terminó de convencerlo de tomar una medida radical que cortara de tajo el suministro de recursos gubernamentales a la empresa pública de transporte: los nexos del Sutaur 100 con el Movimiento Proletario Independiente (MPI), una organización social con fuerte implante en las colonias populares a las que llegaba el servicio de Ruta 100, con un discurso antigubernamental y nexos con grupos guerrilleros. En los hechos, el MPI era un brazo político del sindicato, y era usado para organizar manifestaciones de apoyo al Ejército Zapatista de Liberación Nacional, presionar con marchas y plantones durante las negociaciones del contrato colectivo de trabajo, invadir predios y levantar asentamientos irregulares, o para demandar el servicio de transporte hacia alguna colonia en la periferia de la Ciudad.

El líder del MPI era Ricardo Barco López, un abogado con formación de izquierda que fungía al mismo tiempo como asesor jurídico del Sutaur 100. Barco era miembro de la Coordinadora Nacional de Acción Cívica para la Liberación Nacional, que surgió en 1994 en apoyo al movimiento zapatista.

Los métodos de lucha del MPI eran la distribución de propaganda entre los pasajeros de Ruta 100, marchas, plantones, la toma de autobuses y de instalaciones de gobierno.

En los primeros días de 1995, mientras Espinosa Villarreal leía el diagnóstico Scherer, el Sutaur y el MPI marchaban en la Ciudad en apoyo a los zapatistas y en repudio al nuevo gobierno.

La quiebra

Espinosa Villarreal nombró como nuevo administrador de Ruta 100 a Jorge Ramírez de Aguilar -quien, como Scherer, había sido su colaborador en Nacional Financiera-, y le ordenó proponer una salida a la crisis que representaba Ruta 100.

En marzo, se tomó la decisión de solicitar a un juez la quiebra de la paraestatal y preparar un operativo para sustituir a Ruta 100 en la prestación del servicio y afrontar una posible crisis derivada de la reacción...

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