Y 20 años después...

AutorArisbeth Araujo

La organización Slow Food refleja a través de su símbolo, un caracol, la intención de moverse y permanecer a través del cambio para mantener vivo el placer de comer con conocimiento. Gracias a eso, su lema de promover una alimentación de calidad, limpia y justa ha llegado a 150 países en el mundo.

Inició en Italia en 1986, pero fue hasta 1989 cuando al llegar a Francia se reconoció como una agrupación que debía traspasar todas las fronteras con su filosofía de rescatar la comida tradicional, el comercio justo y sustentable, la responsabilidad por el medio ambiente y una alimentación sana con la que las personas no corran riesgo de enfermarse.

"Para lograrlo debemos buscar en los alimentos tres adjetivos fundamentales: deben ser buenos para garantizar su sabor natural y carecer de químicos que puedan generar enfermedades en los consumidores, además el sabor es mejor y tiene mayor calidad. Limpios, se compran directamente con los agricultores y se cultivan en tierras limpias, lo que garantiza que no contienen químicos; por otro lado, al no importarse no contaminan el medio ambiente.

"Justos, se compran directamente a los campesinos y se paga el precio ideal de lo que se come", dice Paolo Di Croce, secretario de Slow Food International.

Estos tres elementos han sumado más países a la filosofía y la comida empiece a tener un sabor que recuerda a los orígenes.

"Es regresar al pasado para comer mejor y rescatar los sabores del País para generar una soberanía alimentaria y hacer que los productos locales continúen con vida", dice Alicia Gironella, quien con Giorgio De'Angeli introdujo el movimiento Slow food a México.

Slow Food vs. regular

A simple vista parecen lo mismo pero no lo son. Conozca qué hace diferente a...

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