Los 43 y otras historias

AutorErika P. Bucio, con información de Francisco Morales V.

Imposible no reparar en el número que acompaña al próximo Festival Internacional Cervantino. Se trata de la edición 43, un número atado desde la noche del 26 de septiembre de 2014 a un solo significado: Ayotzinapa.

Hace un año, el festival abría bajo la sombra de la desaparición de los 43 estudiantes de la Escuela Normal Rural Isidro Burgos. Con gestos improvisados, solidarios, los artistas alzaban la voz. En la explanada de la Alhóndiga de Granaditas, el panameño Rubén Blades reclamaba: "¿A dónde van los desaparecidos?", y a sus espaldas, los 43 rostros; mientras que el belga Jan Fabre dedicaba la función inaugural de El poder de la locura teatral a los normalistas.

Un año después, el festival, a llevarse a cabo en Guanajuato del 7 al 25 de octubre, tiene aún fresca la memoria. Estrena, bajo comisión especial de los programadores del encuentro, XLIII Memoriam

Vivire, una pieza que la compositora mexicana Marisol Jiménez hace realidad junto a la London Sinfonietta y el Festival de Música Contemporánea de Huddersfield, del Reino Unido.

Significa "Memoria viva". Un homenaje a los 43 normalistas y, en general, a los desaparecidos.

Cuando Jiménez, cuya obra ha sido interpretada por el Cuarteto Arditti y el Ensamble Intercontemporain, recibió la comisión, poco tiempo tardó en decidir que escribiría a partir de Ayotzinapa. Una obra que nació del dolor, de la necesidad de alzar la voz.

"Lo único que puedo hacer como artista es generar memoria, porque generar justicia parece hasta ahora imposible", dice la compositora afincada en Alemania desde 2010, después de haberse formado en Estados Unidos.

La violencia en México ha alcanzado un grado inaceptable, reclama. Escribió pensado en la memoria de los jóvenes normalistas, pero también de todos los desaparecidos en el país en el nuevo milenio. "Una cifra espantosa", dice.

XLIII Memoriam Vivire es diferente al resto de su obra, mucho más personal.

"Nunca había hecho algo así. No es un acto de activismo político, sino generar memoria sobre este tipo de tragedia", explica esta jalisciense nacida en 1978.

Escribió para 14 instrumentistas, el número de integrantes de la London Sinfonietta, la afamada orquesta británica de cámara, especializada en música contemporánea, que viajará a México. La compositora se apartó de su habitual influencia electroacústica y electrónica.

Lleva años haciendo música con esculturas sonoras casi siempre de materiales reciclables. Sus piezas piden a los músicos tocar algo a lo que no están acostumbrados, como rollos de aluminio o latas. Por eso disfruta tanto trabajar con percusionistas.

XLIII Memoriam Vivire será estrenada primero en el Palacio de Bellas Artes y luego irá al Teatro Juárez, en Guanajuato.

"Si nos olvidamos de esto (Ayotzinapa), como sociedad nos deshumanizaría, sería fatal", previene Jiménez.

Con la pieza, el Cervantino lanza una evocación oficial.

"El festival no quiere estar lejos de la realidad mexicana", ataja Jorge Volpi, su director desde 2013.

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En esta edición, la "fiesta del espíritu" se ocupa de los conflictos. Pareciera que no puede obviar el 43, pero va más allá de lo que azota a México. Bajo el eje programático "Transiciones", el encuentro aborda las crisis de todo tipo: sociales, políticas, económicas. Todas las que ha vivido América Latina en los años recientes.

En ese camino llega también al festival la historia de Jerónimo Sosa.

A Sosa, campesino...

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