Plasma días en Pekín

AutorOscar Cid de León

Claudia Hernández de Valle-Arizpe se preguntó un día: "¿Qué voy a hacer con todo esto?" La avasallaba la otredad.

Se refería a la sociedad china, ésa que la poeta mexicana conoció entre 2005 y 2006 cuando participó en un programa académico que la llevó a impartir clases de literatura latinoamericana en la Universidad de Pekín.

La experiencia de vivir en aquella ciudad encuentra salida siete años después a través del libro México-Pekín.

Editado por la Dirección General de Publicaciones del Conaculta, en su colección Práctica Mortal, el libro refleja la fascinación que representó ese Oriente.

"Había temas que me alucinaban, como la barrera de la lengua y algunas coincidencias que me impresionaron", cuenta la poeta en entrevista. "Nos parecemos mucho gestualmente en nuestras expresiones de sorpresa, cariño y afecto. Y coincidimos también en el uso de los espacios públicos, los mercados, y sobre todo en la comida. Todo lo celebran comiendo. Son una gula permanente y las calles están llenas de olores y puestos de comida".

En México-Pekín, escrito en 2010 como parte de un proyecto del Sistema Nacional de Creadores del Fonca, al que pertenece, hay un entrecruzamiento de ciudades.

Sus páginas arrancan, por ejemplo, por un poema realizado a partir de acrósticos cuyos versos dan inicio con las letras contenidas en las palabras México y Pekín.

Se trata de un ejercicio lúdico que al final tiene la intención de conciliar las posibles diferencias entre ambas urbes y posteriormente dar paso a una comunión.

El gran tema del libro son las correspondencias y las ausencias, a decir de Hernández de Valle-Arizpe.

Habla, a manera de crónicas poéticas y estampas a partir de los ojos de una extranjera, de los espacios públicos...

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