Revela en novela secreto familiar

AutorSilvia Isabel Gámez

Quien desee escribir la historia de su familia tiene que empezar por traicionarla, por contar sus secretos, dice Héctor Aguilar Camín.

"Muchas veces las familias se avergüenzan de las cosas que las hacen profundamente humanas", señala el escritor. "Pero sin los esqueletos en el armario a lo mejor su vida no tendría mucha gracia. En toda familia hay por lo menos una gran novela".

Para escribir su nuevo libro, Aguilar Camín hizo a un lado el pudor y se metió de lleno a indagar en la vida de esos "grandes desconocidos" que fueron sus padres, don Héctor y doña Emma. Él, ausente más de 35 años tras la quiebra económica y emocional que le causa su padre, el abuelo don Lupe; ella, dedicada a la tarea de sacar adelante a sus cinco hijos junto a su hermana, la tía Luisa.

"Uno no entra realmente nunca a estos seres que son tan esenciales, tan parte directa de nuestras emociones y nuestra memoria. Siempre son unos seres enigmáticos, extraños".

Adiós a los padres es una novela que se mueve entre pasado y presente. Una narración que considera íntima y llena de enigmas.

"Voy y vuelvo continuamente en el tiempo porque es un libro que transcurre en presente perfecto, fundamentalmente en mi memoria. Va sucediendo conforme lo voy reviviendo", explica. "Eso hace que tenga por lo menos una virtud: evitar los tiempos pasados, que son muy malos en español, porque nos imponen muchas cacofonías y rimas involuntarias".

Subraya que se trata de una novela sin ficción. "La memoria no es fiel, tiene su propio genio e inventa lo que quiere. Lo que importa es transmitir las emociones que están ahí latentes, y el recuerdo de personas que uno quisiera que siguieran vivas".

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En su despacho de la revista Nexos muestra las entrañas de su novela. Aparece en la computadora una escaleta del 5 de mayo de 2006, donde se lee: este relato podría empezar a fines de 2004, cuando sus padres fueron internados en el mismo hospital. Desde 1959, cuando don Héctor dejó la casa familiar, nunca había estado tan cerca de su madre.

Su padre reapareció en 1995, a un paso de la indigencia, viudo de su segunda mujer, la quiromántica Nelly Muley -su verdadero nombre era Trinidad Fernández-, y Aguilar Camín lo acogió y acompañó el resto de sus días.

El escritor hace primero una escaleta del argumento; después desarrolla los capítulos, que en este libro enriqueció con 582 páginas de notas hechas de testimonios, documentos, reflexiones... Nunca escribe a mano, lo hace directo en la computadora...

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