Denise Dresser / 43 + 1

AutorDenise Dresser

Desaparecidos. Ausentes. Muertos o dados como tales. 43 normalistas que no son ni ángeles ni demonios sino ciudadanos mexicanos con derechos que el Estado pisoteó. Probablemente torturados, ejecutados, calcinados. Según el padre Alejandro Solalinde, echados a una pira de madera. Y ante la tragedia de Ayotzinapa, otra desaparición que se suma a las 43 conocidas. La desaparición del gobierno de Enrique Peña Nieto. Como ha argumentado y con razón Leo Zuckermann, el Presidente parece pasmado, paralizado, acorralado. Sin liderazgo, sin respuestas, sin estrategia, sin posturas gubernamentales que defender o acciones contundentes que instrumentar. Sin secretarios de Estado que sepan explicar lo ocurrido en Guerrero y cómo afrontarlo. Sin un equipo que entienda cómo operar con eficiencia, actuar con celeridad, reaccionar apropiada e inteligentemente. Un gobierno que sabe vender su imagen pero no defenderla. Un gobierno que sabe "salvar a México" a la hora de negociar reformas, pero no a la hora de prevenir muertes.

He allí un procurador que todavía no tiene -a un mes de distancia- información sobre el paradero de los normalistas desaparecidos. He allí la paradoja de que hay más detenidos que desaparecidos. Aunado a todas las señales ignoradas, como explica Esteban Illades en "Iguala: el polvorín que nadie olió", publicado en la revista Nexos. El precandidato que compitió contra el alcalde de Iguala, asesinado. El presidente municipal perredista, dueño de 19 inmuebles y gobernando en la más absoluta opacidad. Con 11 familiares en la nómina, que recibían 300 mil pesos al mes del erario, 1.15% de los gastos del municipio. Con una esposa cuyos dos hermanos estaban en una lista -publicada en el 2009- de los delincuentes más buscados por la PGR, por sus vínculos con los Beltrán Leyva. Con una historia de enfrentamientos vis a vis con líderes de organizaciones populares en Guerrero, como la que se dio contra Arturo Hernández Cardona, quien fue asesinando tras protestar en la carretera Iguala-Acapulco. Balaceras, secuestros, fosas, cuerpos regados. Realidad creada por unos gobiernos e ignorada por otros.

Y ante ello un pasmo preocupante. Una incompetencia alarmante. Un Presidente que afirma "no habrá impunidad", pero no actúa para cumplir su promesa. Un líder que no sabe cómo serlo, inaugurando eventos en vez de supervisar investigaciones. Presumiendo los logros de su gobierno en vez de asegurar que...

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