99 años de historia

AutorLila Lozada

Encender la chispa que hace que surja la necesidad de realizar el recorrido que a continuación proponemos es relativamente sencillo, hacen falta pocos elementos; un aniversario, una travesía mítica, un país y una cultura lejanos, interesantes compañeros de viaje, paisajes epopéyicos, la atracción por una lengua desconocida, y la promesa de que después del periplo, la vida no volverá a ser la misma.

El aniversario

Un 7 de julio, de 1904, se dio por finalizada la construcción de la línea ferroviaria más larga del mundo. El gobernador de Siberia solicitó su construcción en 1851 y aunque la autorización del Zar tardó en llegar hasta 1891, este verano del 2003 se cumplen 99 años de la conclusión de los trabajos que unirían a través de 9 mil 300 kilómetros de vías a Moscú con Vladivostok y Najodka en la costa del Pacífico. Después de iniciar la obra simultánea en ambas direcciones, hacia el este desde la ciudad de Cheliabinsk, en los Urales, y hacia el oeste desde Vladivostok, Siberia conocería finalmente el principio de una nueva etapa en su desarrollo.

La travesía mítica

Qué imagen más nostálgica que la que se evoca al pensar en un viaje a los confines del mundo en un tren ruso concluido en la época de los zares y cuya decadente decoración es capaz, incluso ahora, de trasladarnos al esplendor de su pasado. Qué hay, más propicio a la imaginación, que un trayecto que se ve ornamentado por paisajes de bosques tapizados de coníferas y abedules, estepas que a la vista se presentan como intocadas por la mano del hombre o lagos como el Baikal que durante nueve meses al año se convierte en un inmenso bloque de hielo. Y qué hay que pueda evocar más, viejos mitos, que los antiguos tiempos en los que el uso del tren estaba restringido a personal oficial, espías, o cargos militares que durante numerosas guerras, incluidas las mundiales, se sirvieron de él para llevar a cabo sus misiones.

Una compañía interesante

Abordar el Transiberiano supone, entre muchas otras cosas, mezclarse con hombres y mujeres dedicados a todo tipo de tráficos y oficios, comerciantes chinos, aventureras rusas de mirada perdida, viajeros de ojos azules y achinados, descendientes de Gengis khan con porte de emperadores o bien, campesinos con rostros de mejillas sonrosadas cuyas miradas reflejan el sueño de la emigración a los tristemente anhelados paraísos occidentales.

El inicio del viaje

En la estación, una apabullante sierpe verde de aproximadamente un kilómetro de largo aguarda...

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