Salvador Abascal Infante: Mitad monje y mitad soldado

AutorHumberto Musacchio

El tiempo es ingrato. Hace unos días murió Salvador Abascal Infante y las esquelas apenas si lo recordaron como padre del ex diputado panista Salvador Abascal Carranza y de Carlos Abascal Carranza, ex líder de la Coparmex, filántropo y director de una importante firma aseguradora. Por supuesto, no es poca cosa tener dos hijos con relevancia social y política, pero Abascal Infante era más, mucho más que eso.

Hijo de una familia de terratenientes expropiados por la revolución, nació en Valle de Santiago, Guanajuato, en 1910. Estudió en el Seminario de Morelia hasta que consideró que carecía de vocación sacerdotal y pasó a la capital del país para inscribirse en la Escuela Libre de Derecho, donde se tituló cuando tenía sólo 20 años. Activo simpatizante del movimiento cristero, en 1932 figuró entre los fundadores de Legión, el grupo católico moderado que se formó en oposición al radicalismo de la Liga Nacional Defensora de la Libertad Religiosa. Existe por lo menos una versión en contra, pero se supone que fue también uno de los fundadores de Base, núcleo constituido a instancias de la jerarquía eclesiástica cuando ya la Liga se le había salido totalmente del huacal.

Base entró en una severa crisis en 1936, pues al recrudecerse de nuevo la represión anticatólica, muchos de sus cuadros se incorporaron a las guerrillas cristeras. Otros, apoyados por los jerarcas de la Iglesia, optaron por constituir una organización de masas que sería la Unión Nacional Sinarquista, la UNS, de la que Abascal fue uno de los fundadores en 1937.

En enero de 1939, cuando la Unión contaba con 20 mil miembros, fue herido Manuel Zermeño, el jefe nacional sinarquista, y Abascal tomó interinamente su lugar, el que se confirmó de manera formal en agosto de 1940, cuando la Unión había entrado en una impresionante fase de crecimiento que a fines del año siguiente, cuando Abascal fue destituido, tenía 300 mil miembros según los cálculos más conservadores y hasta 500 mil de acuerdo con otras fuentes.

Con estos cientos de miles de católicos bajo su mando indiscutible, muchos de ellos decididos a morir por su religión, Abascal se propuso hacer de cada uno "mitad monje y mitad soldado", para lo cual impuso una disciplina severísima, adoptó uniformes, emblemas, himnos y saludos semejantes a los del fascismo europeo y promovió la realización de espectaculares concentraciones.

Mi preocupación, le confesó a Hugo Vargas (Cuando la derecha nos alcance, Ed. Pangea, 1997), "era que esos...

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