Abel Hibert / La Navidad de 1914

AutorAbel Hibert

Seguramente usted ha visto una película que se llama Noche de Paz, que trata sobre la tregua que, de manera conjunta, realizaron soldados alemanes, franceses y escoceses que se encontraban peleando en trincheras en la Primera Guerra Mundial.

En las primeras tomas de la película, pasan cómo en las escuelas les enseñaban el odio hacia otros países y razas, envenenando lo suficiente sus mentes y sus almas para que cuando se necesitara pulsar el botón del nacionalismo, ellos estuvieran dispuestos a matar y morir (no necesariamente en ese orden) por el bien de su patria y de su causa.

En las siguientes escenas, se observa cómo jóvenes soldados bajo la guía de un comandante buscan salir de su trinchera para "conquistar" algunos metros cuadrados y, al sufrir severas bajas del enemigo, regresan a vivir como ratas dentro de sus trincheras. No había tregua ni siquiera para recoger los cadáveres de los compañeros que se iban acumulando en la llamada tierra de nadie.

Así era la vida cotidiana de cientos de miles de soldados en medio de temperaturas gélidas, ratas y enfermedades. Muchos de estos soldados no sabían exactamente por qué estaban peleando. Por qué habían tenido que dejar a sus familias, a sus hijos y sus ocupaciones cotidianas. Por qué tenían que matar a los enemigos. Por otra parte, la película también muestra cómo llevaban la guerra los generales y los altos mandos en medio de banquetes y champagne a muchos kilómetros del frente de batalla, planeando la estrategia, por supuesto.

Dentro de las "puntadas" que en ocasiones se les pueden ocurrir a los altos mandos, en este caso a los alemanes, les enviaron a las trincheras unos arbolitos de Navidad. Esa noche los soldados alemanes los decoraron con velas y los pusieron en la parte visible de la trinchera. Por otra parte, en las trincheras escocesas comenzaron a tocar las gaitas y a entonar cantos, que fueron respondidos por cantos alemanes. La bendición de la música sustituyó a la maldición de las balas.

Con cierto temor, los comandantes de los alemanes y escoceses salieron de la trinchera seguidos de sus tropas. Después salieron los franceses. Los comandantes acordaron una tregua para esa noche y el espíritu de Navidad desplazó al odio que desde chicos les habían inculcado y comenzaron a convivir. Dejaron de ver al monstruo que estaba escondido del otro lado de la trinchera y se encontraron con el ser humano igual que ellos que había dejado una familia, una vida, una ocupación y que estaba en...

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