¡Acción en Yucatán!

AutorIvett Rangel

FOTOS: IVETT RANGEL

MÉRIDA, Yucatán.- Para aprovechar al máximo los días en esta tierra maya, lo ideal es despertar junto con el sol o, por lo menos, no quedarse en la cama después de las 8 de la mañana.

Tras desayunar unos panuchos de cochinita pibil o una torta de carne asada con queso y un vaso de agua de chaya en el mercado Santa Ana, el itinerario indica dirigirse hacia el oeste de Mérida hasta el Golfo de México para encontrar la Reserva de la Biósfera Ría Celestún.

Luego de poco más de una hora de camino, nos presentamos en el muelle donde don José aguarda. Él fungirá como capitán de la embarcación y guía experto en aves.

Aún no ha encendido el motor de la lancha cuando asegura que es un día afortunado: la reserva está plena de flamencos; lo confirma una línea rosada entre la ría y el cielo que se alcanza a mirar sobre el horizonte.

"La semana pasada había unos cuantos, pero llegaron con el frente frío que entró hace unos días. El viento los trajo", dice con cariño.

A toda velocidad nos adentramos en el lugar, aunque, una vez cerca de la "mancha" rosada, se debe navegar despacio y en silencio, incluso hasta con el motor apagado. Hay que dejarse llevar por la corriente para no asustar a las aves.

Y no sólo hay flamencos: también hay gaviotas, cormoranes, garzas y pelícanos blancos y grises. Los "pajareros" están más que encantados.

De pronto, se presenta la oportunidad de competir con una docena de flamencos que vuelan paralelamente a la lancha. Obviamente, ellos ganan la "carrerita", pero a nosotros nos espera el premio: entrar al manglar por un canal que, a simple vista, no se ve.

Sólo los oriundos saben en qué momento girar drásticamente a la izquierda para entrar a un juego de luces y sombras creado por el sol y las ramas; sobre una, en lo más alto del manglar, descansa un águila, y entre ellas, sobre el suelo lodoso, se oculta un cocodrilo bebé.

Como broche de oro a la jornada: un ojo de agua lleno de peces en el que se puede nadar por unos cuantos minutos o andar a su alrededor a través de pasillos de madera.

Y la comida que aguarda en el pueblo pesquero de Celestún, a menos de 20 minutos de distancia en automóvil, donde platos preparados con pescados y mariscos son los protagonistas: cebiche de pulpo, filete de pescado al mojo de ajo, camarones empanizados y empanadas de cangrejo para abrir boca. Esto, maridado con una cerveza fría y vista al mar.

CON SABOR DE HOGAR

Otro destino a visitar es el pueblo de Motul -a 40 kilómetros...

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