Sin acordes clásicos

AutorPablo Ignacio Hurtado

VIENA, Austria.- "Temperatura local, 15 grados centígrados", anuncia el capitán del vuelo quien, tras sortear densas nubes durante poco más de una hora, nos conduce del aeropuerto de Frankfurt, en Alemania, a La Ciudad del Vals.

No sorprende que a Viena se le llame de tal modo, pues tan pronto como ponemos un pie fuera de la aeronave, la primera escena confirma lo predicho.

Un cartel atrapa nuestra mirada por el personaje en primer plano, nos invita adentrarnos en la casa del afamado compositor y pianista Wolf- gang Amadeus Mozart.

Enseguida, una imagen digna de protector de pantalla pareciera lograr su cometido: seducirnos para visitar el Palacio de Schönbrunn, conocido como el Versalles vienés y Patrimonio Cultural de la Humanidad desde 1996.

Para rematar, una postal que deslumbra por sus tonalidades doradas está a punto de hacernos caer en la tentación. Es un anuncio del Palacio Belvedere, que muestra a una pareja de amantes fundida en un beso, es la obra más afamada del pintor simbolista Gustav Klimt.

A pesar de toda esta publicidad, que dilata la pupila de los poco más de 20 millones de pasajeros que aterrizan anualmente en esta terminal, mantenemos el paso firme hacia las bandas de equipaje.

Conforme avanzamos, más persistente aparece en nuestra mente aquella frase que pide no juzgar a un libro por su portada. Una moderna arquitectura y un diseño vanguardista nos recuerdan el porqué estamos aquí.

Abordamos un taxi con dirección al distrito de Leopoldstadt, contiguo al centro histórico. Justo aquí, entre el Donaukanal (Canal del Río Danubio) y el popular Parque Prater, se encuentra el Hotel Magdas.

En primera instancia vislumbramos una construcción un tanto añeja. No obstante, una vez que cruzamos la puerta, la verdad sale a la luz. Se trata de un hotel boutique que, además de lucir un interiorismo minimalista con elementos retro, cuenta con un personal conformado por refugiados provenientes de Afganistán, Siria, Congo y Guinea -entre otras naciones en conflicto-, que apuesta por un staff multicultural e incluyente.

El reloj marca las seis de la tarde y, en contraste con el invierno, los rayos de sol parecieran no tener fin, como un recordatorio de que la primavera ya está aquí. Bajo la tradición europea de cenar a la hora en punto, estamos listos con un atuendo semiformal.

Lo lógico sería seleccionar alguna gasthaus (tabernas tradicionales donde se sirven especialidades de la cocina austriaca, como la escalopa Wiener Schnitzel). Sin...

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