Adolfo Aguilar Zinser / Justo y necesario

AutorAdolfo Aguilar Zinser

¿Podremos ahora sí ocuparnos ya de lo verdaderamente grave?; ¿de la desertificación, la deforestación, la bancarrota educativa, la diáspora de mexicanos?

Tal parece que el desorbitado asunto del desafuero y la suspensión de los derechos políticos de Andrés Manuel López Obrador ha quedado atrás. Tocaba justamente al presidente Vicente Fox desactivar la bomba que él mismo colocó en el centro de la arena sucesoria; un petardo legalista cargado de intenciones autoritarias y sobre todo de inmensas torpezas, que amenazaba con hacer estallar las elecciones presidenciales del 2006. Al cese de Macedo de la Concha y el promisorio de Daniel Cabeza de Vaca a la PGR le habrá seguramente de seguir el desistimiento por el Ministerio Público del ejercicio de la acción penal contra López Obrador, con lo cual queda allanado el camino para que el jefe de Gobierno del Distrito Federal sea, sin tropiezos ilegítimos, candidato del PRD a la Presidencia de la República. Termina así este episodio de confrontación. Con este desenlace el Presidente le evita al país las consecuencias de un enfrentamiento estéril, salva las elecciones del 2006 de un posible naufragio y preserva, en su sentido más amplio, el Estado de derecho. Los partidarios de López Obrador ya tienen hoy a su candidato a la Presidencia y el país ya tiene, al menos por ahora, presidente de la República.

Durante meses, Vicente Fox insistió en que para preservar el orden jurídico era absolutamente necesario e inevitable someter a juicio a López Obrador, por desacatar la orden de un tribunal, aunque la consecuencia de esa acción legal fuese suspender los derechos políticos del acusado y por tanto eliminarlo, a la mala, de la contienda presidencial. La historia dirá si Fox la arremetió contra su odiado perredista por convicción jurídica o por mezquindad política; si en serio se creyó Fox que su deber era demostrar la vigencia de la ley, aplicándosela severamente a López Obrador, a costa de lo que fuese, o si lo intentó hacer para favorecer los intereses de sus clientelas y para allanarle el camino, de Bucareli a Los Pinos, a su favorito Santiago Creel. En todo caso, muy pocos o probablemente nadie, ni siquiera los más ingenuos simpatizantes de Fox o los más recalcitrantes críticos de López Obrador, dentro y fuera del país, se creyeron la historia presidencial de que el motivo único y legítimo de su persecución a López Obrador era aplicar ciegamente la ley. El hecho indiscutible es que Fox se metió a sí...

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