Adolfo Aguilar Zinser / Del romance al hoyo negro

AutorAdolfo Aguilar Zinser

Las relaciones de México con Estados Unidos se han extraviado. Nada queda ya de aquellas caricias mutuas en el rancho San Cristóbal hace cuatro años. Vicente Fox y Luis Ernesto Derbez han arrancado ya hasta el último pétalo de la margarita y se han dado cuenta con desazón de que George Bush no los quiere, no como ellos lo desearían. El romance entre Bush y Fox demostró lo certeras que fueron las sabias advertencias que hiciera el fallecido internacionalista don Jorge Castañeda de la Rosa. Creer que la amistad personal entre los presidentes o los cancilleres de México y Estados Unidos sirve para disipar las divergencias y resolver los problemas pendientes es peligroso e ingenuo. Una vez más ha quedado demostrado que Estados Unidos no tiene amigos, sino intereses. Lo trágico y conmovedor es que, por más intentos que han hecho Fox y Derbez por compaginar sus intereses con los de Bush, por ser dóciles y obsequiantes, han fracasado, los factores estructurales y la divergencia acaban siempre por emerger y echar a perder cualquier romance. El pleito de la semana pasada ha quedado así como un triste episodio público de un noviazgo tórrido y fallido. En Los Pinos y Tlatelolco campea la sensación de despecho. De nada habrán de servirles a los gobernantes mexicanos los desayunos o las llamadas telefónicas de súplica y de avenencia. El noviazgo se acabó.

Muchos creen que fue el estallido de las torres gemelas en septiembre del 2001 lo que primero rasgó el romance. Se piensa que a partir de entonces Bush dio la espalda a su vecino, interrumpió, por causas explicables y de fuerza mayor, los acuerdos migratorios que, se decía, estaban en puerta, y se lanzó a otras aventuras. Hay sin embargo indicios y testimonios muy claros de que las expectativas del gobierno de Fox eran vanas ilusiones y que, con los ataques terroristas o sin ellos, Washington no habría otorgado la amnistía a los indocumentados mexicanos. Simplemente en el menú del banquete con el que Fox pensaba celebrar sus esponsales con Bush, no habrían cabido nunca las enchiladas, ni siquiera los totopos. Se piensa también que el importante diferendo en la ONU por la guerra en Iraq enfrió el romance y alejó a los presidentes el uno del otro. Sin embargo, también ha quedado demostrado que ésta fue sólo una divergencia pasajera la cual Fox no tardó en querer enmendar con inexplicables gestos de sumisión y comedimiento. En todo caso, la perspectiva de la política de Estados Unidos hacia México quedó...

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