Agenda Ciudadana / Sueños

AutorLorenzo Meyer

La importancia del mito o del proyecto

Uno de los problemas propios de los tiempos que corren es que lo que podríamos llamar el "sueño mexicano" hace ya tiempo que está tan dormido que pareciera haber muerto. Sin embargo, no es posible aceptar tal situación, la tarea es volverlo a la vigilia, recuperarlo, adecuarlo al presente y activarlo como el gran proyecto colectivo. Pero antes de entrar al tema, y para hacer uso de la comparación, veamos un par de casos contrastantes en otras latitudes sobre valores e ideales de la colectividad para luego ahondar en lo nuestro.

El modelo norteamericano

El supuesto del "sueño americano" es bien conocido: en la democracia creada en Estados Unidos, cualquier individuo esforzado puede triunfar, independientemente de sus orígenes sociales y nacionales. Ese tipo de mito es justamente lo que da sentido a la acción individual y colectiva de los ciudadanos de esa nación, y también es algo que mueve o influye en su política externa. En la medida en que Estados Unidos es hoy el centro del sistema internacional, el resto del mundo se mantiene atento a sus valores y a sus proyectos, pues ya sea por ausencia o presencia, a todos nos afectan.

No hay duda que el pasado fue el "siglo norteamericano" y que los dirigentes de esa enorme potencia están empeñados en que el actual mantenga la misma característica. Obviamente, Estados Unidos no es el único país que posee una simple gran visión sobre sí mismo, tanto sobre el pasado como el futuro, pero en este campo parecieran ser de los mejores. Se debe reconocer que el famoso "sueño americano" es una imagen muy sencilla y atractiva sobre lo que debe de ser una relación sana y positiva entre el individuo, el Estado y la sociedad, y que justamente por eso ha funcionado por más de dos siglos como un estupendo instrumento ideológico y de unidad nacional.

Ese ideal norteamericano parece arrancar, cuando menos, con la constitución de julio de 1776 y los derechos inalienables del hombre. Así, el objetivo al que supuestamente quedó dedicada la nueva república -y haciendo caso omiso de la esclavitud y el trato persecutorio a varios sectores sociales- fue a mantener el derecho a la vida, a la libertad y a poder perseguir y alcanzar la felicidad individual. Se trataba, en buena medida, de contrastar a unos jóvenes Estados Unidos libres y llenos de energía con la Europa de los privilegios y el enorme peso del pasado. Poco después, en 1784, Benjamín Franklin, en un documento que escribió para explicar su país a los europeos, identificó...

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