Agenda Ciudadana / Por qué se nos adelantaron: una teoría

AutorLorenzo Meyer

Nota

Esta columna no aborda el tema de la reforma electoral, pero le parece obvio que si el duopolio televisivo vuelve a imponer su voluntad, serán las instituciones políticas mismas las que se habrán mandado al diablo.

Una pregunta vieja

La última teoría sobre la desigualdad, dentro y entre las naciones, es la del doctor Gregory Clark de la Universidad de California. Su libro, Un adiós a la caridad (A Farewell to Alms, Princenton University Press, 2007). Es posible que el historiador no convenza al sur del Río Bravo, pero el examen de sus ideas puede ayudar a nuestra propia exploración de un tema vital.

Lo dicho hasta ahora

Hay dos grandes tipos de desigualdades sociales que buscan explicación desde el inicio de los tiempos. Una está dentro de cada sociedad y la otra entre las sociedades coexistentes. En el Nuevo Testamento, Jesús dice a sus discípulos "a los pobres siempre los tendréis entre vosotros" a propósito del supuesto dispendio de María Magdalena en un perfume para Jesús y que, según los testigos, bien podría haberse gastado en ayudar a los pobres. Desde esta perspectiva, la pobreza es un fenómeno permanente e inevitable y la historia lo confirma.

Cuando el análisis de lo social se aleja de las explicaciones metafísicas, surgen las sociológicas. Las radicales se han centrado en la estructura y dinámica de la propiedad y de las clases, en la explotación y, en concreto, en la plusvalía que el poseedor de los medios de producción arranca al trabajador como parte fundamental del proceso de acumulación capitalista. Sin embargo, hay sociedades capitalistas -no muchas, por cierto- donde la pobreza, si bien no ha desaparecido, es casi marginal gracias al sistema de redistribución implantado por el Estado benefactor, como en los países escandinavos. En esos casos plusvalía y desaparición de la pobreza son compatibles gracias a un aumento de la riqueza general y a que es la acción política y no el mercado quien tiene la última palabra en materia de redistribución.

Una alternativa a la explicación radical la proveen quienes, como Max Weber, centran su atención en el papel de actitudes y valores. Desde esta perspectiva, unos individuos destacan en su afán y capacidad de acumular riqueza justamente porque su ética, originada, por ejemplo, en creencias religiosas, los impulsa al trabajo combinado con el ahorro y la lógica del capitalismo hace el resto.

Diferencias entre países

La pobreza ya no es asunto central en las sociedades más ricas...

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