AGENDA CIUDADANA / Arnaldo

AutorLorenzo Meyer

· ESTILO

Fue tan vehemente como relevante. Brusco en la discusión porque no le interesaba agradar sino mostrar las fallas en las tesis del adversario. Su estilo fue agresivo, pero apoyado en argumentos bien sustentados.

Hasta su muerte, Arnaldo Córdova -activista de izquierda, abogado, historiador, politólogo, profesor e intelectual público- cultivó un estilo que no le facilitó su paso por los corredores institucionales, pero finalmente fue reconocido como profesor e investigador emérito, como gran estudioso del México revolucionario y eficaz crítico del sistema autoritario que emergió de esa revolución. Fue en el terreno de la lucha de ideas donde Córdova destacó por la fuerza, oportunidad, originalidad y sustento de sus argumentos, elementos éstos independientes de "la correlación de fuerzas" en el campo del poder, campo donde él siempre jugó en el lado débil.

· LA ARGUMENTACIÓN

No es este el sitio para hacer justicia a la obra completa como historiador y analista del poder, pero sí para esbozar ciertas líneas de la interpretación inicial de Córdova de la Revolución Mexicana y de sus implicaciones y consecuencias. Esa interpretación resultó una "vara de medir" con la que se puede juzgar tanto a la revolución como a su desarrollo posterior, ese que desemboca en el actual sistema híbrido, cruza de autoritarismo con algo de democracia liberal.

En 1972 apareció La formación del poder político en México (Ediciones Era). Fue un libro pequeño que, sin embargo, contenía una interpretación mayúscula sobre la naturaleza del surgimiento, estructura y efectos del sistema de poder que emergió de la guerra civil que estalló en 1910. Se trató del ensayo de un académico de 35 años que mediante una cadena de generalizaciones -tesis- sobre el gobierno fuerte, la guerra civil, el populismo, el presidencialismo y la dependencia, buscó dar sentido a un proceso histórico que para entonces había culminado en las matanzas del 68 y 71 y tenía como contrapunto a una Revolución Cubana que aún aparecía como inspiración.

Córdova no consideró a nuestra revolución como la antítesis del porfiriato sino como la brusca continuación de un empeño que arranca con Juárez y sigue con Díaz en la construcción de un Estado nacional efectivo y un capitalismo subordinado. El Estado que emergió de la lucha civil que acabó con la dictadura de Díaz conservó las características centrales del antiguo, pero le añadió otras que le servirían para perseverar en el empeño de la...

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