AGENDA CIUDADANA / El crimen en el castigo

AutorLorenzo Meyer

·LA CÁRCEL

En México enviar a prisión a quien ha cometido una falta, con frecuencia es forzarlo a pasar por un curso de supervivencia y donde, además, va a adquirir o perfeccionar sus habilidades como criminal.

México tiene una lista de problemas sociales serios y recursos escasos para enfrentarlos. Se puede argumentar que el estado de las instituciones penales no es hoy tema prioritario, pero hay dos razones para insistir en que lo es. Una moral: las cárceles son instituciones donde la inevitable tragedia humana puede adquirir innecesariamente características extremas. Otra práctica: la violencia y la inseguridad, asuntos centrales en la agenda nacional, no se resuelven sino que se agudizan en la medida que las prisiones cumplen en exceso con una de sus funciones, el castigo, pero muy poco o nada con la de reformar y reinsertar productivamente en la sociedad.

·CASTIGO Y REHABILITACIÓN

Las prisiones son tan inmemoriales como la vida en sociedad, pero hasta finales del siglo XVIII, en Occidente sólo se les usó como sitios de paso, donde la mayoría de los prisioneros sólo estaba ahí mientras se decidía su suerte: se les dejaba libres o eran ejecutados, azotados, enviados a galeras o a un destino semejante.

Sólo en los últimos siglos se empezó a considerar a la institución carcelaria como una penitenciaría, es decir, un sitio para cumplir un "justo castigo" -pérdida de la libertad- por haber actuado contra la ley y, además, hacer que el delincuente se transforme en un contribuyente a la labor de la gran colmena social. Idealmente, la prisión debería operar en México como quizá funcionó en el notorio caso de Gregorio "Goyo" Cárdenas Hernández, allá en los 1940. Cárdenas, un empleado de clase media, asesinó a varias mujeres y como "paradigma del monstruo moderno" se le declaró demente, se fugó y fue a dar a Lecumberri por 30 años. En prisión estudió derecho, se convirtió en "el licenciado goyito" y se casó. En 1976, supuestamente rehabilitado y con sentencia cumplida, fue liberado e incluso se presentó ante la Cámara de Diputados como ejemplo del criminal redimido. Libre, "el licenciado goyito" litigó y murió en 1999 entre sus hijos y nietos (Andrés Ríos Molina, Memorias de un loco anormal, México: Debate, 2010). Desafortunadamente, Gregorio Cárdenas fue, como sugiere Ríos Molina, un caso fuera de norma. Lo normal es pasar por la cárcel sin rehabilitarse.

·LA NORMA

En 2013, un grupo de especialistas dirigió a la Comisión Interamericana de...

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