Agenda Ciudadana / La declinación del foxismo

AutorLorenzo Meyer

De la grandeza posible a la mezquindad confirmada

Pudo haber dejado una huella grande y positiva en la historia mexicana. Sin embargo, por fallas de carácter más una cadena de decisiones tomadas desde muy temprano, la huella que dejan Vicente Fox y el foxismo está terminando por ser innecesariamente pequeña y no particularmente valiosa. Lo de menos es el desperdicio de la oportunidad personal, lo lamentable es el desperdicio, una vez más, del tiempo histórico de México.

La hazaña política del 2 de julio del 2000 -ganar la Presidencia en las urnas a un partido antidemocrático que había permanecido en el poder por 71 años ininterrumpidos- abrió a un grupo que se dijo comprometido con un cambio sustantivo una de esas puertas que conducen a la gran coyuntura de una época y que la historia sólo franquea a unos pocos de tarde en tarde. Sin embargo, por razones sin duda complejas -personales, de grupo y de clase-, Fox y los suyos decidieron no invertir su energía vital en el cambio prometido para, finalmente, dedicarse sólo a administrar y disfrutar del poder conquistado. Al no empeñarse en un combate frontal contra los grandes males colectivos heredados -una estructura social distorsionada, corrupción omnipresente, inseguridad, ineficiencia administrativa, mediocridad educativa, crecimiento económico insuficiente, entre otros muchos- el foxismo finalmente se deslizó por senderos conocidos y trillados por las inercias de los intereses creados hasta que desaparecieron de su horizonte las metas originales.

Del 7 al 1.9 por ciento

Los indicadores de la degradación del proyecto foxista son varios y, a riesgo de ser prosaico, se puede empezar por el económico. De prometer un crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) ligeramente superior al que México tuvo en la época del "milagro económico" de los 1950 y 1960, del 7 por ciento anual, lo único que logró entre 2001 y 2005 fue uno del 1.9 por ciento. De ser la novena economía mundial en el 2000 México ha bajado cinco peldaños -uno por año- y hoy estamos en el lugar 14. Nuestro papel dentro de las economías emergentes es totalmente secundario: mientras el PIB chino crece hoy al 10.2 por ciento, el nuestro no llega al 4 por ciento. El gobierno foxista festeja que la inflación es muy baja -4 por ciento- y que las reservas internacionales son altas -70 mil millones de dólares-, pero la inflación china es mucho más baja (1.3 por ciento) y sus reservas multiplican por 10 a las nuestras. El gobierno "de...

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