AGENDA CIUDADANA / Medioevo mexicano

AutorLorenzo Meyer

Definición

Interpretar la evolución social reciente de México como un proceso que comparte rasgos con la Edad Media europea es una propuesta que tiene sustento tanto en las cifras oficiales -por ejemplo, las de distribución del ingreso- como en lo que cualquier observador atento puede percatarse: el país se encamina hacia una especie de rigidez o congelamiento de su estructura social.

Para mejor entender el sentido de la afirmación anterior hay que comenzar por la definición. ¿En qué sentido el México del siglo XXI, inmerso en la vorágine de la globalización, podría ser medieval? Hace tiempo Luis Weckmann se embarcó en una magna empresa: descubrir las herencias de la Edad Media que la conquista española trajo a México en el siglo XVI (La herencia medieval de México [1984]). Pero ése no es aquí el punto sino otro muy contemporáneo. En el mundo del medioevo la estructura social era, al menos en principio, inmóvil. Quien nacía de padre pastor se quedaba como tal el resto de su vida e igual destino esperaba a toda su descendencia por más capaces que fueran de desempeñarse bien en otras actividades. De igual manera, quien nacía noble, noble se quedaba para siempre y lo mismo sus hijos y los hijos de sus hijos; no importaba que fueran verdaderos imbéciles, su destino era ser propietarios y recibir el homenaje y servicio de los vasallos, ser líderes sin importar sus capacidades de mando, de ahí lo frecuente del "príncipe idiota", pues al final lo último no quitaba lo primero. En ese mundo apenas si la Iglesia representaba, para algunos pocos poseedores de buena suerte y de una inteligencia notable, la única vía por donde podían escapar a un destino mediocre. Por cierto que esa Iglesia supo cómo hacer de esa peculiaridad del mundo que la rodeaba una de las fuentes de su indudable fuerza en la época.

Ruptura

La Nueva España no fue precisamente un modelo de movilidad social, aunque la tuvo. Y es que en ese capitalismo colonial un conquistador exitoso o un comerciante podía terminar con un título de nobleza, pero para la enorme mayoría nacimiento y raza eran destino. Sin embargo, la Independencia trajo cambios notables, abrió oportunidades, y el mejor ejemplo de ascenso social lo tenemos en Benito Juárez, personaje que, literalmente, rompió todas las barreras sociales y culturales. Sin tener que pasar por la vía eclesiástica transitó de indígena y pastor a estudiante, a abogado, a gobernador, a ministro y, finalmente, a presidente de la República...

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