AGENDA CIUDADANA / De nuevo el México bárbaro

AutorLorenzo Meyer

EL PROBLEMA

Si retornara John Kenneth Turner, podría volver a utilizar el título de su famoso libro de 1908 sobre las condiciones de vida de los peones en Valle Nacional y Yucatán -México bárbaro-, pero esta vez para referirse a la actividad de los señores del narcotráfico.

La inmensa mayoría de los mexicanos aceptamos observar las reglas de la convivencia civilizada: respeto a la vida, los derechos y la dignidad de los otros. Sin embargo, hay un grupo que las rechaza y que ha llevado a México a una condición inesperada. Se calcula que casi medio millón de mexicanos conforman las redes actuales del narcotráfico (así lo sostiene un informe elaborado en la Cámara de Diputados; La Jornada, 31 de marzo). Imposible saber cuántos más están disponibles para, de presentarse la oportunidad, abrazar esa forma de vida.

Lo nuevo y preocupante son dos cosas. Por un lado, la frecuencia con que ciertos grupos criminales echan mano de la violencia extrema -las víctimas del crimen organizado en el último sexenio se calculan en 70 mil (http://www.sandiegored.com, 10 de febrero)- y lo sistemático y exitoso de su desafío a la ley. Por el otro, la brutalidad y el sadismo con que esas organizaciones, sobre todo las dedicadas al narcotráfico y en particular los Zetas, torturan a sus víctimas antes de asesinarles. Es más, con frecuencia las víctimas son mutiladas y exhibidas para mandar un mensaje a los rivales, a la autoridad y a la sociedad.

Obviamente hace mucho tiempo que las organizaciones que llevan a cabo las brutales y cotidianas ejecuciones mencionadas le perdieron el miedo y el respeto al Estado mexicano y a su aliado, el norteamericano. Tampoco pareciera importarles gran cosa una posible justicia divina ni el reclamo de las iglesias, pues han desarrollado prácticas religiosas, como el culto a la Santa Muerte o a Malverde, que pareciera haberles puesto en paz con el más allá.

Los mexicanos bárbaros son una auténtica minoría, pero sus recursos, organización e influencia repercuten en el sentido de seguridad y de confianza de la sociedad en sus instituciones y en ella misma. La brutalidad de ciertas acciones norteamericanas en Vietnam o Irak -ahí están los casos de My Lai o Abu Ghraib- o del Gulag soviético y, sobre todo, de los nazis en la Alemania nacionalsocialista, terminó por dejar huella en la conciencia colectiva de sus respectivas sociedades. Algo similar puede estar pasando aquí. Las cifras disponibles sobre la violencia nos permiten suponer que...

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