AGENDA CIUDADANA / Nosotros y los vientos del norte

AutorLorenzo Meyer

Reverberaciones

Con la elección de Barack Obama como presidente de Estados Unidos en 2008, pareció que ese país podía entrar en una etapa más o menos progresista. Se pudo suponer entonces que la llamada "corriente liberal" -esa con preferencias de centro izquierda- podría dirigir por un tiempo la agenda nacional. Esa posibilidad se basaba no sólo en la ideología y origen del nuevo Presidente sino también en que una mayoría de sus ciudadanos parecía haber tomado consciencia de la necesidad de reemplazar el enfoque político dominante -el republicano conservador- por uno relativamente diferente: el demócrata liberal. Después de todo, las políticas republicanas sustentadas con argumentos débiles o falsos habían llevado a dos guerras sin solución clara en Afganistán e Iraq y a una gran recesión económica. Los demócratas proponían, en cambio, recuperar el espíritu del Nuevo Trato de Franklin Roosevelt y encaminar al país hacia direcciones económicas y sociales más justas y políticas externas menos agresivas.

El apoyo norteamericano al cambio no maduró y en las elecciones intermedias de 2010 los conservadores se recuperaron espectacularmente empleando una plataforma que apeló más a las emociones y prejuicios que a los hechos. Hoy los vientos políticos dominantes en el país del norte han vuelto a ser de derecha. A los mexicanos ese proceso del vecino nos concierne porque pueden alcanzarnos sus reverberaciones, aunque los resultados dependerán de la correlación de fuerzas dentro de nuestro país.

Interacción y asimetría

Una de las características de los intercambios entre naciones contiguas es que éstos no se restringen sólo a las relaciones directas de poder sino también se dan como resultado indirecto de algunos procesos internos de importancia capaces de repercutir más allá de las fronteras. Si, además, esa relación tiene lugar en un contexto de asimetría aguda, como es de tiempo atrás el caso entre México y Estados Unidos, entonces lo que acontece en el país más poderoso puede influir en el débil por contagio, incluso si nadie se propone que sea así.

La existencia de una disparidad de poder pronunciada en la interacción com- pleja de países vecinos lleva a que las influencias indirectas sean más frecuentes y fuertes en el sentido que corre del fuerte al débil, pero eso no implica que influencias en sentido inverso no existan. El país débil, sin pretenderlo, también suele dejar huella en el fuerte, aunque no necesariamente en las misma áreas y...

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