AGENDA CIUDADANA / ¿Y por qué estamos donde estamos?

AutorLorenzo Meyer

-Una hipótesis

El dicho popular que sostiene "el que la hace, la paga" es expresión de un deseo pero no reflejo de una realidad. Entre nosotros, lo más frecuente es que quien la hace no la pague y viceversa. Como comunidad política, los mexicanos de hoy estamos pagando lo que otros -una minoría particularmente abusiva e irresponsable- hicieron con total impunidad.

En buena medida, los problemas que hoy nos aquejan, desde la inseguridad hasta la ausencia de crecimiento económico a lo largo del último cuarto de siglo, son un resultado no previsto de la estabilidad autoritaria que se instaló en México a partir de la Segunda Guerra Mundial. La corrupción que caracterizó y benefició a varias generaciones de la clase política posrevolucionaria, a sus aliados -los empresarios- y en menor medida a las clases medias, está pasando hoy su factura y con intereses.

-El 'milagro mexicano'

Al examinar el siglo XX latinoamericano, México contrasta con el resto de la región. La insurrección política que se inició en nuestro país en 1910 se transformó en una guerra civil y, finalmente, en una revolución social sin contrapartida en los otros países del subcontinente. Su coincidencia con la revolución bolchevique disminuyó un tanto la percepción del proceso mexicano como algo radical, pero lo que ocurrió entre 1910 y 1940 en México sí fue un esfuerzo de ruptura de fondo con el pasado. El nuevo régimen, entre otras cosas, echó al basurero histórico a la oligarquía del Porfiriato, se alejó del liberalismo, reafirmó la laicidad del Estado, redistribuyó la tierra, alentó la organización sindical, dio al Estado el control de la riqueza petrolera y reivindicó como nunca antes el pasado indígena. Ahora bien, por lo que respecta a la fórmula política, el nuevo orden no reemplazó la dictadura personal de Díaz con la democracia sino con un autoritarismo organizado en torno a un partido de masas, corporativo y cuyo eje fue una Presidencia centralizadora cuyo único límite, después de 1928, fue la no reelección.

El autoritarismo mexicano posrevolucionario resultó todo un éxito para sus dirigentes pues, hasta 1989, cuando el PRI perdió Baja California, el poder local se mantuvo en manos del partido de Estado y a nivel federal ese monopolio sobrevivió hasta el 2000. Para el conjunto de los empresarios también fue un buen tiempo, pues hasta 1982 el crecimiento del PIB fue del 6 por ciento anual en promedio -el "milagro mexicano"- y la clase media se acostumbró a dar por...

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