Agenda Ciudadana/ Mal de muchos consuelo de escarnecidos
Autor | Lorenzo Meyer |
Distinta, pero no tanto
Las grandes potencias lo son en casi todo, incluidas sus estructuras de corrupción. Frente al "caso Enron" en Estados Unidos -ejemplo de como darle la vuelta de forma imaginativa, sistemática y en grande al marco legal-, las supuestas transferencias de Pemex a su sindicato para que éste las entregara al ex partido de Estado, resultan un caso simple y de poca monta.
Desde luego que una de las características del llamado "Tercer Mundo" es la abundancia de formas de corrupción; una corrupción perversamente democrática, pues abarca desde las élites hasta los grandes sectores populares y se da por igual en la arena pública como en la privada. A esa corrupción generalizada, un buen número de teóricos la consideran, a la vez, causa y resultado de un atraso integral; un atraso que actualmente se explica y se mide principalmente en términos de políticas -económicas y sociales- y de indicadores cuantitativos, como la tasa de crecimiento, la estructura del PIB, la marginalidad, la distribución del ingreso, etcétera. Sin embargo, en un pasado no muy distante, y desde la perspectiva de los países dominantes e inclusive dentro de las propias élites de los países periféricos, el atraso y la corrupción de la mayor parte de la humanidad se atribuían, básicamente, a las deficiencias étnicas y, por tanto, morales.
En las grandes potencias metropolitanas y hasta bien entrado el siglo XX, era frecuente encontrar una explicación muy cómoda y simple sobre el origen de la miseria y del atraso en la gran periferia, y el que fueran materia útil sólo para la colonización formal o informal: que esas sociedades "no blancas" tendían, por su naturaleza, a desarrollar una "cultura de la corrupción", pues eran congénitamente irresponsables, deshonestas, viciosas y tendían a la molicie y a la crueldad (véanse, como ejemplo, los reportes de los diplomáticos y consulares de las representaciones europeas y norteamericana sobre la naturaleza de la sociedad mexicana en el siglo XIX o inicios del XX). Hoy ese argumento dejó de ser "políticamente correcto" y por lo mismo ya no se expresa abiertamente, aunque en el fondo de las actitudes y políticas que han tenido organizaciones internacionales como el Fondo Monetario o los gobiernos de Washington o Europa Occidental frente a los problemas de los países pobres, aún se encuentra este prejuicio: los males del sur están en su debilidad moral. De cualquier forma, una buena parte de la explicación dominante en los países centrales sobre eventos como la crisis argentina o la falta de éxito del grueso de los países africanos, se centra no en la forma como la gran...
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