Agenda Ciudadana/ México, nación inconclusa

AutorLorenzo Meyer

Una sociedad deformada

A casi un siglo de que se hubiera iniciado el movimiento de independencia y en vísperas de que estallara el movimiento armado encabezado por Francisco I. Madero, ese observador comprometido de la sociedad mexicana que fue Andrés Molina Enríquez concluyó su obra clásica, Los grandes problemas nacionales, con este llamado: "Tiempo es ya de que formemos una nación propiamente dicha, la nación mexicana". Ha transcurrido casi un siglo desde entonces, y aunque el discurso oficial supone que nuestro país ya es esa "nación propiamente dicha", los datos permiten afirmar que aún estamos lejos de cumplir con la propuesta y reto que lanzó en 1909 el sociólogo y revolucionario de Jilotepec. Seguimos sin ser una nación en el sentido pleno del término pues todavía nos falta camino por recorrer antes de que todos aquellos que formalmente están clasificados como mexicanos participen y compartan derechos, obligaciones y actitudes propias de los miembros de una comunidad nacional moderna.

Y es que la cuestión planteada, descrita y analizada por don Andrés Molina Enríquez al inicio del siglo XX -la mexicana como una sociedad dividida y contrahecha y por lo mismo inviable en el largo plazo ya que "las clases bajas día por día empeoran de condición"- sigue siendo el gran problema nacional. Los extremos de pobreza y riqueza constituyen la deformación más obvia de nuestra sociedad, y su persistencia y arraigo son el gran obstáculo para que tenga sentido y base real la idea de México como una comunidad nacional. El problema de la polarización social -junto con sus causas y efectos desmoralizadores- es viejo. Debió haber sido resuelto como consecuencia de los planteamientos teóricos de la Reforma en el siglo XIX o de los de la Revolución Mexicana después. No fue ése el caso y los siglos pasados le han dejado como legado al que ahora inicia concluir la tarea que en ellos no se pudo llevar a buen fin.

Vergüenza nacional

El que una parte importante de los mexicanos no viven realmente dentro del espacio que llamamos México, es un dato que cualquiera que se lo proponga puede comprobar directamente al observar las formas de vida contrastantes y antagónicas de las clases privilegiadas y de los grupos que sobreviven en la pobreza extrema. En sus formas materiales y culturales, la vida de las élites mexicanas de hoy -resultado del acaparamiento de la riqueza nacional, tal y como lo explicara hace un siglo Molina Enríquez- tiene más de común con la de sus contrapartes extranjeras que...

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