Agenda Ciudadana/ Raíz y razón de una tradición rebelde

AutorLorenzo Meyer

Tema añejo

El choque abierto de intereses, por momentos violento, que durante nueve meses tuvo lugar entre los gobiernos estatal y federal por un lado -supuestos representantes de la modernidad y del México del siglo XXI- y por otro los habitantes de San Salvador Atenco, en el estado de México -estos últimos, supuesta expresión de un México que ya no se corresponde económica, política ni legalmente con los tiempos que corren-, no puede verse como algo insólito ni inesperado, sino como el capítulo más reciente de una historia vieja y repetida. En efecto, una forma de interpretar el proceso político mexicano, es verlo como el resultado de la tensión y el conflicto entre lo local y lo que está más allá de los confines de la comarca: el sistema colonial primero o el nacional después.

Desde tiempo inmemorial ha habido tirantez y choque entre las fuerzas, tendencias y lógicas de la comunidad y las externas, que constituyen y dan forma al entorno de la primera; un entorno que frecuentemente y con razón ha sido percibido como ajeno y hostil.

En México, y a partir del siglo XVI, es decir, de la conquista y colonización europea, ha habido pocas victorias claras de las comunidades sobre las fuerzas provenientes del exterior, y que casi siempre han justificado su agresividad contra lo local en nombre de los intereses de una comunidad mayor, de la legalidad formal y del aparente progreso. Sin embargo, a veces las comunidades han tenido éxitos parciales y, en cualquier caso, los fracasos sonados no han impedido que una y otra vez, tercamente, aquí y allá, los comuneros intenten la resistencia, generalmente indirecta y pasiva, pero a veces abierta y activa, con el ánimo de triunfo o, al menos, de negociar un modus vivendi que les permita salvar algo ante el cambio que viene de fuera, sobre todo cuando viene de forma autoritaria y sin legitimidad.

Atenco

La decisión presidencial de dar marcha atrás de hecho y de derecho en relación a la expropiación de más de 5 mil hectáreas en el área de Texcoco, estado de México, decretada el 22 de octubre del 2001 con el fin de construir un nuevo y gran aeropuerto -en principio, la obra pública más importante del actual sexenio, y en la que se contemplaban inversiones por más de 5 mil millones de dólares-, ha dado pie a un gran debate nacional e incluso internacional. Y parte de ese debate se centró en la naturaleza ruda, incluso violenta, de la reacción de los inconformes con las decisiones de esa autoridad. Los argumentos más radicales desde el campo conservador, señalan que al haber revocado el decreto presidencial como consecuencia de la...

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