Agenda Ciudadana/ La Revolución vista desde el 2000

AutorLorenzo Meyer

El pasado nunca descansará en paz

El pasado siempre está cambiando, o mejor dicho, la imagen que de él tenemos. A un decenio de que perdió el poder el Partido Comunista de la URSS, el zar Nicolás II ha adquirido formalmente la calidad de santo en tanto que los monumentos a Lenin desaparecen como la guardia del Ejército y las multitudes en su mausoleo. ¿Y qué hay en México de Díaz, Madero y la Revolución hoy que el PRI de los 71 años está a punto de ser echado del poder por la democracia?

Lo acontecido a individuos o comunidades que sobrevive al olvido, lo que finalmente queda grabado en la memoria individual o colectiva -a esto último es a lo que llamamos historia-, siempre está siendo sometido a revisión. "La historia juzgará", se dice, pero en realidad la expresión carece de sentido. La fértil y poética imaginación de los griegos decidió que la bella Clío -una de las nueve musas- fuera la encarnación de la historia. Pero "la historia" como tal no existe y por lo mismo no puede emitir ningún juicio y menos definitivo y final. Lo que hay en la prosaica realidad es una variedad de historias e historiadores, cada uno con su ramillete de valores, prejuicios e intereses, que presentan distintas versiones y, sobre todo, diferentes interpretaciones, sobre el pasado.

Pero la imagen de ese pasado no sólo cambia según la mirada de quien lo imagina y examina, sino que con el correr del tiempo los valores y técnicas de quien lo interroga van cambiando, y por tanto las respuestas. En efecto, aunque no lo quiera, el historiador siempre verá al pasado en función de su presente, del aquí y ahora, de sus esperanzas y temores. En la medida en que los problemas y los retos de cada generación cambian, las preguntas y respuestas que se hacen y se obtienen del pasado se modifican. Siempre habrá algo nuevo en lo que ya dejó de ser.

La Revolución Mexicana a juicio

Las revoluciones son eventos extraordinarios que, como los cometas, sólo iluminan el cielo social muy de vez en cuando, pero cuando lo hacen resultan un espectáculo formidable y sobrecogedor. Muchas generaciones tienen la buena o mala fortuna -el calificativo depende del punto de vista particular-, de no haber experimentado directamente el indeleble impacto de una revolución. Sin embargo, cuando el fenómeno tiene lugar, la fuerza de ese cataclismo social deja una huella profunda, marcas imborrables, y mucho tiempo después de los acontecimientos, las sociedades siguen experimentando sus efectos y debatiendo su naturaleza.

Las revoluciones americana y francesa tuvieron lugar en el siglo XVIII, pero los ciudadanos de esos países siguen teniéndolas por momentos fundacionales sin los cuales no pueden explicar su presente y los objetivos de cara al futuro. La revolución rusa de 1917 continúa...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR