Agenda Ciudadana/ Esta ruina que estamos viendo

AutorLorenzo Meyer

El derrumbe

De haber vivido Jorge Ibargüengoita, quizá él hubiera podido transformar el mal final del PRI como forma monopólica del poder en algo bueno, en literatura. Ese mal final fue el despectivo silencio que mantuvieron en el recinto del Congreso los legisladores del ex partido de Estado cuando su líder nato, el Presidente, celebró el arribo a México de la democracia política. Fue un arribo muy tardío -¡176 años después de que la democracia como forma de gobierno quedara consagrada en nuestra primera Constitución republicana!- pero más vale tarde que nunca. En cualquier caso, la conducta de la bancada priista es indicador de lo difícil que será la relación entre el viejo PRI y la joven democracia.

El edificio político que empezó a construir el general Calles cuando la Revolución Mexicana aún tenía futuro -el Partido Nacional Revolucionario- es hoy una sombra de lo que fue. Que el PRI va a mantenerse entre nosotros lo prueban las últimas elecciones de Veracruz, pero su proceso de decadencia también va a continuar. La ruina del PRI tradicional está poniendo al descubierto algunas de las estructuras y mecanismos del autoritarismo que está por concluir, y entre el polvo y el ruido del derrumbe del edificio priista, entre sus desechos y cascotes, ya podemos ver que el interior de la añosa fortaleza es como lo habíamos imaginado: desagradable, maloliente y un nido de contradicciones.

El espectáculo que ofrece al ojo ajeno un PRI que pierde su centro y razón de ser -el monopolio del poder- es más sórdido que escandaloso y, por momentos, más grotesco que sórdido. Y aunque esa visión no es edificante ni nos descubra nada que no supiéramos ya, no deja de ser didáctica, pues está mostrando las entrañas de una forma patrimonial y arbitraria de ejercer el poder que debemos grabarnos en la memoria para no permitir que vuelva a surgir. Entre más conozcamos del viejo PRI, más valuaremos las bondades de su ausencia.

En su postrer comparecencia ante el Congreso, el último Presidente priista -Ernesto Zedillo- decidió ofrecer una muy selectiva "reflexión sobre la marcha de nuestra nación". Desde su perspectiva, casi todo se veía bien. Sin embargo, fuera de "Los Pinos" la "otra realidad", ésa que se impone brutalmente sobre el discurso, enfatiza en este fin de régimen el carácter esquizofrénico que siempre tuvo. En efecto, desde su alta tribuna, el Presidente saliente asegura que él y su gobierno tuvieron desde siempre una visión generosa y proba de la tarea de gobernar, respetuosa del derecho y de los principios democráticos. Y tan es así que hoy aceptan, sin queja y con elegancia, el veredicto adverso de las urnas. Sin embargo, y desde la orilla de "la otra realidad"...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR