Agustín Basave Benítez/ Una nueva tercera vía

AutorAgustín Basave Benítez

A fines del siglo XIX y principios del XX empezó a cuestionarse un dogma profundamente arraigado en la historia de las ideas de occidente. La tesis del progreso unilineal, fiel dama de compañía del pensamiento occidental desde Protágoras hasta Condorcet, Comte, Spencer, Hegel y Marx, enfrentó entonces el embate de lo que pronto habría de bautizarse como particularismo histórico o relativismo cultural. El desafío era portentoso. Se rechazaba aquello que muchos pensadores veían como sustrato de la verdad; es decir, que la humanidad avanza en línea recta de un estadio de primitivismo, superchería y miseria a otro de sabiduría, ciencia y bienestar. La crítica no era inocua porque sus efectos no se quedaban en la asepsia de los cubículos académicos; se trataba no sólo de una disquisición teórica sino también de un argumento ideológico que iba a la yugular de la legitimidad del imperialismo de la época.

Una de sus lecturas era que existen altibajos en el devenir histórico de la raza humana, movimientos ondulares o cíclicos como los que Spengler plantearía poco después. Pero otra, la más significativa, era que no existe un camino único para el desarrollo sino tantos como sociedades capaces de concebirlos, y en consecuencia tampoco una misma vara con la que se pueda medir a todas. Si era cierto que cada pueblo diseña su ruta y todas son igualmente válidas, ya no se podía afirmar que había quienes vivían en la barbarie y quienes marchaban por delante abriendo la brecha de la modernidad, y los imperios no podían legitimar su dominación de otros territorios diciendo que les estaban llevando la civilización a los salvajes.

La era imperial pasó a la historia -aunque todavía no se ha perdido el deseo de explorar nuevas versiones- y el debate de marras nunca se dirimió cabalmente. ¿Qué tanto trecho del sendero del progreso es común a todos y cuánto es particular, diferenciado? Los atisbos de solución más sugerentes provinieron como siempre del justo medio. Un antropólogo mexicano, discípulo por cierto de Franz Boas, padre del relativismo cultural, fue uno de los que recurrió al eclecticismo. Me refiero a Manuel Gamio, autor de un libro que se llama Forjando Patria y que resultó emblemático en la era posrevolucionaria. Gamio llegó a la conclusión de que tenía que hacerse un gran esfuerzo por preservar las lenguas y las manifestaciones culturales indígenas, pero que los indios deberían adoptar los avances científicos y tecnológicos capaces de mejorar su...

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