Las alas del deseo / El capitán Brown

AutorAntonio Saborit

Austral, en la serie de pastas rojas, incluyó Dos años al pie del mástil. Relato personal de la vida en el mar, en traducción de Cipriano Rivas Cherif. Tengo la impresión de haberle visto un ejemplar de esta edición a Rina Ortiz Peralta, en el tiempo en el que ella trabajaba en la traducción de California en 1824, de Dimitir Zavalishin. No fue casual: Richard Henry Dana Jr. describe en su relato lo que vio 10 años después en la misma California, aún mexicana, a bordo del bergantín Pilgrim.

Al regresar a Boston, Dana retomó sus estudios en la Escuela de Jurisprudencia de Harvard, se recibió en 1837, y en 1840 vio salir de la imprenta Dos años frente al mástil. Su interés en el derecho marítimo lo llevó a publicar al año siguiente El amigo del marino. Convencido abolicionista, Dana participó en 1848 en la fundación del antiesclavista Partido Tierra Libre.

Tras realizar una singular carrera pública Dana fue víctima de la influenza en Roma en el año de 1881. Una década antes, en la revista The Atlantic Monthly, dejó un escrito memorable sobre su encuentro con el capitán John Brown en 1849. ¿Quién era este Brown?

El domingo 30 de octubre de 1859, Henry David Thoreau leyó ante la ciudadanía de Concord, Massachusetts, un alegato en defensa del sexagenario capitán Brown. Quince días antes, el domingo 16, Brown y una veintena de hombres asaltaron el arsenal de Harper's Ferry, Virginia, con el propósito de armar a los esclavos en contra del sur. Al cabo de 36 horas, las fuerzas federales de Robert E. Lee sofocaron la rebelión y a Brown se le acusó de asesinato y traición, además de incitar a los esclavos a la insurrección. Thoreau vio con simpatía la lucha de Brown y sostuvo que no debía buscarse en el comportamiento de este capitán otro móvil que la lealtad a la Constitución de Estados Unidos y su compromiso con la justicia. Mes y medio después del ataque al arsenal, el viernes 2 de diciembre, Brown murió en la horca.

Al leer las narraciones biográficas de Thomas Wentworth Higginson y Wendell Phillips, Dana supo que el capitán Brown era el mismo que él había conocido personalmente en 1849 en un recorrido por el macizo montañoso de Adirondack. Y tardó años en cumplir la palabra empeñada a James T. Fields, editor de The Atlantic Monthly, relativa a una crónica de su casual encuentro. Al igual que las mejores páginas de Dos años al pie del mástil, las que Dana dedicó a Brown conservan su gran fuerza evocativa y descubren a un buen narrador de sus...

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