Las alas del deseo / Por si las dudas...

AutorAntonio Saborit

En estos días me topé con un Diccionario de dudas (Calambur Editorial), escrito por el poeta José María Cumbreño y publicado en Madrid en 2009, cuando su autor tenía 37 años. Tal vez siempre sea oportuno ensayar el inventario de las propias incertidumbres, así resulte que su sola enumeración impida acceder a la presunta gloria de las definiciones y las explicaciones.

Encerrado entre dos poemas extensos, "Diccionario de dudas" y "Música para Castrati" -los cuales a su vez representan dos de las cuatro partes del libro-, hay un monedero de máximas, aforismos y poemas breves repartidos en las dos partes centrales del volumen, "Mirar y ver" y "Oír y escuchar". Meto mano a ese monedero, al que cabe imaginar como el morral en el que el tiempo echa las limosnas destinadas al olvido, en beneficio de los veinticinco lectores de esta columna.

Aquí y allí

Sienten los que se quedaron no haberse atrevido a marcharse. Los que se fueron lamentan no haber tenido valor para volver.

La ley del Talión

Ojalá me pagaras con

la misma moneda.

Ojalá.

Ileso

Aunque acordarse de algo ya no duela, del pasado nadie regresa ileso.

Parábolas

  1. El sembrador decidió tirar todo el grano al agua.

  2. El pastor descubrió que resultaba mucho más rentable cuidar un rebaño de lobos.

  3. El compasivo samaritano remató piadosamente al prójimo malherido.

  4. El fariseo vendió su mujer al publicano.

  5. El hijo pródigo no volvió a acordarse del camino que conducía a casa.

    Numeración romana

    Poesía pura.

    Letras que representan números.

    Números que otorgan valor

    a unas letras.

    Las bellas durmientes

    Ni todas las bellas dormían ni todas las que dormían eran bellas. Razón por la que algunas princesas en edad de merecer, no pudiendo disimular su falta de hermosura, llegaron a la conclusión de que, si por casualidad un príncipe despistado se aventuraba en aquel reino (y si querían que no se arrepintiera de haberse enfrentado a tantos peligros para llegar hasta allí), al menos debían tener el detalle de hacerse las dormidas.

    Las palabras y el tiempo

    Por si acaso, nunca he escrito tu nombre con la mano en la que llevo el reloj.

    Galerada

    Prueba de composición de un libro que se entrega al autor con la esperanza de que se dé cuenta de hasta qué punto la vanidad lo había cegado y comprenda que lo más sensato es tirar todo aquello al fuego.

    Fórmulas

    El espacio que una persona deja al irse es igual a la velocidad con la que se marcha multiplicada por el tiempo que estuvo a nuestro lado.

    Asti...

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