Alcanza madurez, pierde pasión

AutorErnesto Diezmartínez Guzmán

La alabada opera prima de Julián Hernández (Distrito Federal, 1972), ganadora del Teddy al Mejor Filme Gay en Berlín 2003, tuvo el kilométrico nombre de Mil nubes de paz cercan el cielo, amor, jamás acabarás de ser amor (2003) y una prudente duración de 90 minutos.

Su segundo largometraje, que se presenta hoy en la 47 Muestra Internacional de Cine, se llama El cielo dividido (2006) -nombre de adecuada longitud- pero dura ¡casi dos horas y media!

Si sigue igual esta tendencia, la próxima película de Hernández podría tener un título monosilábico, pero extenderse durante cinco horas.

Y el problema, por cierto, no es la duración o, mejor dicho, no es sólo la duración. La bronca es que, aunque magistralmente realizada, la cinta no hace más que transmitir una idea no demasiado original que digamos: que las relaciones amorosas son difíciles, efímeras, traumáticas y, a veces, y sin que exista contradicción alguna, hasta maravillosas.

Claro, Hernández nos presenta este discurso a través de un tormentoso triángulo amoroso gay, pero fuera de esa particularidad, podría haber sido un triángulo heterosexual y su película ser igualmente soporífera.

Una arrebatada cámara circular romántico/hitchcockiana (espléndida foto de Alejandro Cantú) rodea a Gerardo (Miguel Ángel Hoppe), perdidamente enamorado de Jonás (Fernando Arroyo), quien le corresponde en todas partes, en...

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