Alfredo Quiñones-Hinojosa: De mojado a 'Dr. Q'

AutorGeorgina Montalvo

Cruzó la frontera con la idea de juntar un poco de dinero y regresar a México, pero se quedó, estudió en Harvard y ahora es un reconocido neurocirujano.

Desde que Alfredo Quiñones-Hinojosa cruzó la línea fronteriza de México hacia Estados Unidos, en 1987, su motivación, aunque parecida, era distinta a la de los millones que buscan en el vecino país una vida mejor o menos peor.

Como maestro egresado de la Escuela Normal Urbana Federal Fronteriza tenía dificultades económicas familiares, por eso quiso pasar al otro lado para juntar dinero trabajando en el campo y con la idea de regresar uno o dos años después a estudiar en la Universidad Autónoma de Baja California.

"Me siento como el mismo chiquillo que salió de México a los 19 años, con las mismas aspiraciones e inquietudes, me miro al espejo más viejo, ahora a los 45 años, pero me siento igual", dice al otro lado del teléfono el hombre que sí logró estudiar la universidad, pero en Harvard.

El neurocirujano, reconocido por su desempeño académico en la Escuela de Medicina de Harvard y de docencia en la Universidad Johns Hopkins, tiene claro qué lo ha hecho pasar de ser un jornalero y trabajador de limpieza a su posición actual.

"Llegué (a Estados Unidos) y miré que todos mis primos, mis familiares no habían estudiado; llegué a trabajar al campo ilegalmente y pensé: 'me encanta el trabajo con mis manos, pero no miro el reto intelectual'", comparte en entrevista vía telefónica desde Guadalajara, donde estuvo de visita unos días para realizar cirugías a personas de escasos recursos, atendidas en el Hospital Civil.

Su primer reto fue aprender inglés: "Trabajaba en el campo de California y traía mi diccionario en mi bolsillo, todos los días miraba a la gente que estaba sufriendo, a mis padres, mis hermanos y dije: 'esta no es la vida que quiero para mí, mis hijos, mi familia y las futuras generaciones de nuestra gente en Estados Unidos'".

Desde entonces, el continuo desafío intelectual y la sensibilidad de ayudar a los menos favorecidos, a la vez de servirles de inspiración para superarse, han sido los alicientes de su carrera.

Eso sumado a la fe que le tuvo un joven "perdido y loco" lo hicieron alcanzar un lugar en Harvard.

"Al terminar mi bachillerato en psicología en la Universidad de Beckley no sabía lo que iba a hacer, tenía tres trabajos. Recordé que mi nana María era curandera y partera, empecé a contemplar la idea de entrar a la Facultad de Medicina y me junté con un joven de la...

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