Alianza en transformación permanente

REFORMA/ Redacción

La Organización del Tratado Atlántico Norte desempeña ahora labores muy distantes al motivo para el cual fue creada: la amenaza soviética.

Al terminar la Segunda Guerra Mundial, Europa terminó dividida ideológica y políticamente. Europa Oriental cayó bajo la dominación de la Unión Soviética, por lo que varios países vieron la necesidad de crear una alianza estratégica para proteger su soberanía.

De esta manera, el 4 de abril de 1949, en Washington, -con el objeto de hacer frente al riesgo de una eventual expansión soviética- nació la Alianza Atlántica con la firma de 12 países: Estados Unidos, Canadá, Reino Unido, Francia, Italia, Noruega, Dinamarca, Islandia, Bélgica, Países Bajos, Luxemburgo y Portugal.

De acuerdo al tratado, el papel fundamental de la OTAN era salvaguardar la libertad y seguridad de los países miembros con medios políticos y militares. Los fundadores se comprometieron a defenderse mutuamente en caso de una agresión.

Años más tarde -tras el estallido de la guerra de Corea, en 1950, que confirmó las ambiciones expansionistas de la URSS- la OTAN redobló su fuerza y aceptó el ingreso de nuevos miembros. En 1952 Grecia y Turquía se unieron a la Alianza, la República Federal de Alemania tres años después y luego España en 1982.

Para la década de los 90 la Guerra Fría había llegado a su fin con el derrumbe de la Unión Soviética; el comunismo ya no era una amenaza para la paz, por lo que la OTAN había perdido la finalidad de su creación. Sin embargo, la inestabilidad...

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