Aliarse o ejercer el poder

AutorMaría Elena Medina

Aunque la Iglesia no es un factor de poder político, ha sido tentada por él, provocada por el impulso de aliarse con el poder o ejercerlo, advierte el presidente de la Conferencia del Episcopado Mexicano, el Arzobispo Luis Morales. "Muchas veces lo hemos afirmado: La Iglesia no busca, ni desea, ni acepta el poder temporal o político. No le corresponde. No es su misión. Aceptar o buscar poder político sería traicionar y ser infiel a Cristo, quien dijo 'Mi reino no es de este mundo'.

"Cierto. A lo largo de la historia, la tentación del poder político se le ha presentado a la Iglesia. Y, si acaso ha caído temporalmente en ella, pronto se ha purificado", asegura el presidente de la CEM.

Señala que la Iglesia, como Jesús, ha sido provocada por la antigua tentación del monte, en la que Satanás ofrece al hijo de Dios poder y riquezas a cambio de que lo adore.

"El poder político con frecuencia se convierte en un ídolo y como tal debe ser denunciado y expulsado de la Iglesia. Por tal motivo, los obispos repetidamente aclaramos que hablamos como pastores y que hablamos desde nuestra fe de pastores", aclara.

En entrevista por escrito, el representante jurídico de la jerarquía católica señala que no puede asegurar si de manera individual, los obispos de México han estado tentados a aliarse con el poder.

"De eso sí no puedo dar razón. A mí no me ha tocado esa experiencia, esa situación. De otros, no podría yo decirlo. Como Conferencia, de ninguna manera lo he percibido, y yo, desde que soy obispo hace 24 años, ni como presidente, he percibido alguna actitud en este sentido de aliarnos con el Gobierno. No la percibo, no la he percibido. Como Conferencia", acota.

Al cuestionarle sobre el alcance que tiene la influencia de un párroco ante las decisiones de un alcalde, de un obispo ante un gobernador, o de un cardenal ante el propio Presidente de la República, responde: "El diálogo entre obispos y gobernadores o entre un cardenal y el señor Presidente puede tener distintos alcances y frutos, pero sólo los interlocutores saben hasta dónde quieren llegar", advierte el prelado.

La Iglesia, reconoce, sí tiene un poder espiritual. Agrega que su predicación debe tocar las realidades temporales, y la evangelización tiene una clara incidencia y repercusión en la realidad social.

"Esto hace que la Iglesia aparezca como una institución a la que se le reconoce una autoridad en la sociedad, pero esa autoridad es moral. Esto hace decir a la gente que la Iglesia tiene...

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