Alma Delia Murillo / Epístola al Fin del mundo

AutorAlma Delia Murillo

Alma Delia, apóstol doliente de los tiempos dosmileros, sierva de la letra y llamada a renegar de la clase política, al Fin del mundo:

Querido Fin del mundo, he aquí que he visto de frente al apocalipsis posmoderno; el cual está sentado sobre un país llamado México, una crisis política, un presupuesto en declive, un narcoimperio, una sociedad polarizada en 280 caracteres, una caterva de empresarios miserables, un Presidente con vocación de evangelista. Y un suelo sísmico. Y una pandemia con más de 200 mil personas contagiadas y más de 25 mil que han muerto a causa de ello... y contando. (Son cifras oficiales, querido Fin del mundo, no las creas fielmente).

Hoy te escribo, respetado Fin del mundo, para dar testimonio de las cosas que veo y con ello despertar en ti una duda razonable sobre tus intenciones, por todos conocidas.

Te hablaré de los últimos 20 años que han sido un viaje para sobrevivir como en rally a las tribulaciones que México ofrece minuto a minuto.

Este país con sus explosiones del volcán Popocatépetl, sus lluvias e inundaciones legendarias, su tasa de desempleo, sus feminicidios alarmantes y su corrupción... (no sigo para no aburrir pero hay tela, postergado Fin del mundo); este país, pues, con su lúgubre narrativa tiene algo peor: la clase política.

México creyó que veía la esperanza en el año 2000, cuando luego de 70 años de un único partido en el poder, un monstruo mitológico con cabeza de dragón y cola de cochino llamado PRI, dejaba por fin la Presidencia.

Había que vernos, apreciado Fin del mundo, esperanzados en la alternancia. Ah, si tú nos hubieses visto desear con toda el alma que el recién llegado Vicente Fox significara un cambio positivo.

Pero ese personaje, temido Fin del mundo, sólo sumó tristezas a este valle de lágrimas: desvío de recursos, dilapidación de la renta petrolera; expectativas frustradas, sobre todo la del crecimiento económico que -milagrosamente- sólo le ocurrió a él y a su esposa porque el resto no vimos el crecimiento prometido.

Así que a la letanía de antes: desempleo, feminicidios... sumamos la profunda desilusión del cambio.

Vino entonces otro inenarrable, querido Fin del mundo, Felipe Calderón. Todo fue a peor, el que prometió ser el Presidente del empleo fue el Presidente de la muerte, más de 120 mil muertos en su sexenio, el narco vino a inundarlo todo junto con las lluvias legendarias. Asesinatos y narco.

¿Crees que no se puede poner peor, bien ponderado, Fin del mundo?

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