Lo que uno ama nunca muere.- Cabral

AutorJorge Ramos

Facundo Cabral, cantante y compositor folclórico argentino, fue asesinado a balazos el 9 de julio cuando sicarios emboscaron su auto en Guatemala. Tenía 74 años. Hace dos años, Jorge Ramos habló con Cabral acerca de su infancia, de política y de las lecciones que la vida le había dado. La siguiente columna, del 29 de julio de 2009, estuvo basada en esa entrevista.

La música del cantautor argentino Facundo Cabral era como cinta sonora de mi adolescencia en la Ciudad de México. Se lo conté antes de entrevistarlo recientemente en Miami.

Recordaba, en particular, su canción "No Soy de Aquí ni Soy de Allá", cuando le pregunté: "¿De dónde eres?".

"De ningún lado. Nunca fui de ningún lado", me contestó este artista nacido en 1937.

Como en todo lo relacionado con Cabral, había una historia detrás de la respuesta.

"Mi padre se fue antes que yo naciera y se quedó sola mi madre con siete hijos", contó. Se quedan sin dinero y los echan de la casa donde vivían. Viajan, como pueden, desde La Plata hasta Tierra del Fuego. En ese terrible viaje murieron cuatro hermanos. Llegan, por fin, cuando Cabral tiene 9 años y un deseo.

"Yo tenía un solo sueño; ver feliz a mi madre. Ella, no yo. Yo siempre sentí que no pertenecía a ninguna parte, una cosa muy curiosa".

Poco después, Cabral, todavía un niño, se va a Buenos Aires a buscar a Eva Perón. Se tarda cuatro meses en la travesía pero, sorprendentemente, la encuentra.

Se acerca a su auto y lo único que se atreve a preguntarle a la esposa del presidente es: "¿Hay trabajo? Y ella dice: 'Por fin alguien que pide trabajo y no limosna'".

Cabral consigue un empleo al sur de Buenos Aires y luego estuvo "muy perdido hasta los 14".

A esa edad, cuenta, un jesuita le enseña a leer. Y pronto ya estaba aventurándose con las obras del filósofo griego Heráclito y del autor escocés Robert Louis Stevenson. Empieza a escribir y a tocar guitarra. Un buen día lo escucha el actor cómico-popular argentino Luis Sandrini; lo apoya y le da oficio.

Y con guitarra en mano, Cabral empieza un larguísimo viaje que ya lo ha llevado a 165 países y tras el cual todavía no ha encontrado su hogar. No tiene casa ni dirección. Sus libros se amontonan en un hotel de Buenos Aires.

"¿De qué estás huyendo?", le pregunté. "¿Por qué viajar tanto? ¿Por qué no quedarse en un lugar?".

"Eso dijo mi madre", respondió. "Y si es una fuga es maravillosa. Es como si me fugara a Las Vegas o, si fuera niño, me fugara a Orlando. Yo siempre sospeché que el mundo era...

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