Las amargas lecciones de los mercados emergentes

AutorCraig Karmin

Redactor de The Wall Street Journal

Las acciones de los mercados emergentes acaban de disfrutar uno de los mejores años en su historia; pero los administradores de fondos se están preguntando algo sobre lo que muy pocos han reflexionado, incluso en los momentos más graves de la reciente crisis financiera internacional: ¿A los inversionistas globales les importan los mercados emergentes? Cada vez más, la respuesta parece ser no.

En los años 90, la lógica para invertir en países en desarrollo era engañosamente simple. Estas eran las economías de más rápido crecimiento en el planeta, y la sede de compañías con las ganancias más aceleradas.

Al inicio de la década, los fondos de cobertura y otras fuentes de "capital golondrina" fueron los principales inversionistas en acciones y bonos de los mercados emergentes. Pero pasó poco tiempo antes de que los brillantes rendimientos captaran la atención de los grandes fondos globales que vieron a compañías en Asia, Africa, América Latina y Europa del Este como la mejor forma de elevar los retornos de sus portafolios.

La atención a los acontecimientos macroeconómicos vino antes que la selección individual de acciones. Los gestores de fondos, entusiasmados por incrementos de más del 10% en el Producto Interno Bruto en lugares como México e Indonesia, determinaron que tenían que estar en esos países.

En 1993, el portafolio de inversiones en los mercados en desarrollo se infló a US$47.000 millones, de prácticamente nada en 1989.

Uno de cada tres dólares invertidos en mercados de acciones fuera de Estados Unidos fue a una economía emergente. Hubo días en que el volumen diario de la bolsa de Kuala Lampur sobrepasó el de la de Nueva York.

Por un tiempo, esta estrategia pareció lógica. El índice de mercados emergentes de Morgan Stanley Capital International creció un 212% entre 1991 y 1993, dándole una paliza al desempeño de las acciones estadounidenses. Luego, la crisis financiera de 1997-1998 le recordó a la gente los riesgos potenciales de esos rendimientos.

Y si los inversionistas subestimaron los peligros de invertir en mercados emergentes, también sobrestimaron las ganancias. El índice de mercados emergentes del Morgan Stanley Capital International (MSCI) subió un 217% entre 1990 y 1999. La cifra, sin ser mala, palidece al lado del rendimiento acumulado de 1.562% otorgado por el Nasdaq en el mismo período.

Los inversionistas no han abandonado por completo al mundo en desarrollo: cerca del 8% de los activos...

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