Ambos mundos / Ser otro

AutorSantiago Gamboa

"La literatura es el triste camino que nos lleva a todas partes", escribió André Breton, jefe de filas del surrealismo francés, una frase que muchas veces pensé en mi juventud y que, sin interrogarla en profundidad, alguna vez incluso repetí, hasta que hoy, después de una larga estadía en Francia, recuerdo y tal vez al fin comprendo. La literatura nos lleva a todas partes. La salvedad es que, para mí, no es un camino triste. Es un camino solitario, sí; un camino que obliga a ciertos sacrificios, sí; que me sumerge en actividades socialmente agresivas, pues implican un grado de aislamiento, sí. Pero nunca ha sido triste. Jamás me he sentido afligido, amargado o desconsolado por el hecho de ser escritor, y mucho menos lector. Todo lo contrario. De haber sido así, existe el libre albedrío y, por lo tanto, la extraordinaria libertad de no escribir e incluso de no leer. No es obligatorio para nadie y de hecho la mayoría de la humanidad no es ni lectora ni escritora. No sé de ningún caso de alguien a quien lo hayan obligado a ser escritor. Creo que Breton agregó el adjetivo "triste" porque la tristeza, en literatura, siempre ha tenido buena prensa y el mundo de las letras parece apreciar más a los novelistas y poetas que se muestran con un rictus de inquietud y melancolía.

De cualquier modo, después de un largo viaje de trabajo por varios festivales literarios de Francia, regreso con la idea de haber conocido un poco mejor el alma humana; todo empezó en Nancy, donde encontré a un ex guerrillero del M-19 que hoy, con nacionalidad francesa, es vice alcalde de un pueblo del noreste francés, pero que suspira por Colombia; luego pasé unos días en Lyon, la elegantísima segunda ciudad de Francia, en la que un colega escritor escocés bebió tanta cerveza en un pub que olvidó su propio nombre y por supuesto el hotel donde estaba alojado; luego pasé a Auxerre, lugar de origen del vino blanco de Chablis, que es como un viaje al interior de lo más puro del alma, seguí hacia Lille, cerca de la frontera con Bélgica, con un evento patrocinado por una librería que tiene cinco mil metros cuadrados, la más grande...

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