América sobre ruedas

AutorMax Nogueira

Abre bien los ojos. Si ves pasar un motociclista con una enorme calcomanía de Argentina no dudes en detenerlo. Se llama Iván Pisarenko y lleva consigo la fórmula secreta que puede ayudarte a cumplir tus sueños.

Viene en dos ruedas desde el Polo Norte y se dirige a la Patagonia. Una chamarra de cuero y su aspecto desenfadado lo hacen encarnar al personaje aventurero que muchos envidiamos cuando el estrés en la ciudad se apodera de nosotros.

Las apariencias engañan. Estudia la licenciatura en Derecho en Buenos Aires, tiene 29 años y desde hace tiempo deseaba unir con su wmoto Alaska y Ushuaia, los extremos del continente americano.

Se enamoró de la motocicleta de su hermano mayor a los ocho años. Cuando cumplió 14, ya competía en el motocross y a los 18 todo parecía perdido al fracturarse la columna en un accidente.

Hoy lleva 40 mil kilómetros recorridos desde el 20 de mayo pasado. Ese día decidió abrir un paréntesis en su vida para cristalizar el sueño que por mucho tiempo creía imposible.

Partió de Seattle, Washington. Decidió volar a esa ciudad para cruzar Canadá y alcanzar el Ártico durante el verano.

Un mes después dejaba atrás Fairbanks, en Alaska, y recorría los 700 kilómetros que le faltaban para ver el sol de medianoche.

Estira los brazos y ansioso se frota los dedos. Simula tener el manubrio de su Honda en las manos. Al recordar aquel espectáculo natural, no encuentra palabras para explicar lo sorprendente que fue ver al sol esconderse y volver a nacer en un lapso de 15 minutos.

Siguió Canadá, sus campamentos en el bosque y el miedo a los osos. Luego Estados Unidos y la diversidad de su gente en estados como Utah, Colorado y California.

Cruzó la frontera con 10 dólares en el bolsillo, se instaló en una chocita prestada cerca del Mar de Cortés y sobrevivió dos meses vendiendo fotografías que tomaba a surfistas principiantes antes de bajar por la costa del Pacífico y llegar al D.F.

Jamás creyó tan fácil vencer el miedo a viajar solo y poder disfrutarlo. Para Iván, este logro es una señal de tranquilidad espiritual. Y sinceramente lo recomienda.

Sin estar entre sus planes, hace 11 meses inició un viaje a su interior. Su Honda Translap se ha convertido en su consejera en el camino.

Del sonido constante del motor en movimiento surgen preguntas y respuestas que lo obligan a conocerse mucho mejor.

Entre risas, describe la relación que lleva con su moto como enfermiza y sensorialmente pasional. Vibran juntos por la fricción del aire y si...

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